"Sobrecarga máxima: 80 kilos por metro cuadrado". La leyenda, grabada en la pared a la entrada del recinto, llamó la atención a más de uno. El recinto en cuestión era la planta cuarta (bajocubierta) del palacio de Quirós, sede recuperada para la Universidad y reinaugurada ayer por el rector Vicente Gotor. Esa planta quedará diáfana, nada de estanterías para libros ni de archivos para documentos, salvo que alguien quiera convertir tan noble edificio en un solar. El problema es que ayer el acto no se preveía multitudinario pero por una de esas casualidades del destino aquello comenzó a llenarse de gente. Nada trascendente porque había suelo para dar y tomar, pero ya se sabe lo que ocurre con las advertencias de seguridad, que crean mal rollo y un no sé qué de inquietud irracional, como los prospectos de los medicamentos o los avisos en las montañas rusas: "Absténgase si sufre de la espalda". El mundo está lleno de hipocondriacos. Y la Universidad, más.

El palacio de Quirós aguantó, como no podía ser menos, pero en su bajocubierta es preferible a partir de ahora no organizar guateques ni quedadas.