A escasos tres kilómetros de Pola de Somiedo, en el mirador de Aguino, hasta la pieza más nimia de la naturaleza tiene tirón turístico. Allí está el verdadero paraíso de Asturias y allí se concentran de mayo a octubre visitantes de todos los puntos del mundo para observar la belleza de la fauna y la flora regional. Todos buscan con sus prismáticos al oso, la estrella indiscutible de este tipo de turismo, pero de paso también ven lobos, venados, rebecos, gatos monteses, buitres, águilas reales... La espera para ver un plantígrado en el parque natural de Somiedo se convierte en un documental, que los ojos graban en directo. La clave es tener paciencia, permanecer en silencio y dejarse llevar por la curiosidad.

"¡Mira, ahí tienes a un rebeco!", exclama Juan Díaz, guarda del Principado, mientras observa por un telescopio. Este aparato te sitúa rápidamente a un paso del animal. La sensación es extraordinaria. Le ves, pero no le molestas. Sigues cada uno de sus movimientos, pero no le asustas. "Es muy importante que los turistas acudan a estos puntos de observación. En Somiedo tenemos unos siete y estamos construyendo cada vez más. Queremos que los visitantes se conciencien de que hay que observar, pero sin interferir en la fauna. Aunque los osos no son agresivos, acercarse a ellos cuando están con crías o en celo puede ser peligrosísimo", expresa el director del parque, Luis Fernando Alonso.

Echando la vista al cielo, se contempla a un grupo de buitres, que con elegancia sobrevuelan la zona. "Ellos planean, aprovechan las corrientes térmicas para no moverse mucho. Son grandes, tienen unas alas muy pesadas y no salen de su guarida hasta que no empieza a subir el aire caliente. Se pasan el día buscando carroña", explica Alonso, que acompaña a LA NUEVA ESPAÑA en la observación.

"¡Ahora un grupo de venados ahí arriba!", grita de nuevo Juan Díaz, que forma parte de la "Patrulla Oso" de la consejería de Desarrollo Rural y Recursos Naturales. Por el objetivo se ven una manada de cinco ciervos con sus pequeñas crías. Ninguno tiene cuernos. "Los machos renuevan la cornamenta todos los años. Ahora mismo no la tienen, pero en verano les empieza a crecer para la época de celo, momento en el que luchan con otros machos por el control de un harén", explica Díaz, que peina todos los días los concejos de Somiedo y de Belmonte de Miranda en busca de plantígrados.

Su misión es tasar los daños -principalmente de colmenas de miel- y avistar ejemplares para la actualización del censo. Por ahora, sus prismáticos han localizado a tres hembras con crías en Somiedo y a otra, en Belmonte. "2015 fue el año en el que más esbardos vimos. Eran diez hembras y cada una de ellas suelen tener entre uno y tres retoños. Al final se lograron 12, pero de ellos seguro que murieron muchos. La tasa de mortandad infantil es del 60%", detalla el praviano.