-¡Arriba España!

-¡Fascistas! ¡Viva la República!

El eco de los disparos y las detonaciones resuenan en las montañas. Una casa, un hórreo, una esquina o la maleza. Cualquier lugar es bueno para refugiarse de las balas. Esto es la guerra.

Y es la guerra civil española ochenta años después, más concretamente, a su paso por Asturias. El Grupo de Recreación Frente del Nalón, en colaboración otros grupos similares de toda España, echa una mirada al pasado recreando en las calles y plazas de Grullos, en Candamo, el cerco de Oviedo. "Representamos la defensa por parte de los sublevados y el asedio llevado a cabo por las fuerzas republicanas en los primeros días del mes de septiembre, un mes y medio después del inicio de la Guerra Civil Española", explica Enrique Menéndez, directivo del grupo. El resultado de la batalla, es por todos sabido, "ganaron los sublevados. En Oviedo, las fuerzas republicanas nunca llegaron a tomar la plaza, la defensa fue muy eficaz. El cerco de Oviedo se acabó por convertir, meses después en asedio, porque las columnas gallegas que vinieron a ayudar a las fuerzas del bando sublevado, consiguieron abrir un pasillo de comunicación y aguantaron hasta el final de la guerra en Asturias, en octubre de 1937", analiza el recreacionista.

Junto a él, varias decenas de aficionados a la historia, entre ellos un recreacionista venido desde Escocia, recorren las calles de la localidad, ante la atenta mirada de miles de curiosos, que no quieren perder la oportunidad de conocer mejor la historia de su país, de su región, y además, de una manera amena y divertida.

"Esto es un museo vivo", enfatiza Menéndez, "queremos diferenciarlo de otro tipo de eventos que con la excusa de la historia son más festivos que recreadores. No es un festival popular donde los vecinos del pueblo se disfrazan con lo primero que pillan por casa. Aquí la mayoría de los participantes son historiadores, investigadores, profesores de historia, antropólogos, militares profesionales? que trasladan su conocimiento histórico al ámbito de la recreación, como una manera más de divulgar el pasado, igual que pudieran hacer una monografía o un estudio, con idéntico rigor".

Y vaya si es así. Las armas, los uniformes, el calzado, hasta las hebillas, están perfectamente elegidas. Cada detalle es cuidado al máximo. "Las armas son originales, algún soldado que combatió en la Guerra Civil las tuvo en sus manos en algún momento", explicita Menéndez, "aunque están inutilizadas para que no puedan hacer fuego. Todo se simula con disparos de fogueo y pirotecnia". Las explosiones tienen como respuesta las muestras de admiración de un público entregado, que persigue en tropel a los recreacionistas entre trincheras, alambre de espinos y figurado fuego de ametralladoras.

El precio de estos objetos es elevado. "Hay recreadores que pueden llevar 2.000 euros encima tranquilamente entre hebilla, correaje, camisas, guerreras, cascos, el propio fusil", explica Menéndez, propiciado tanto por el buen nivel de conservación de los objetos, como por la dificultad que supone hacerse con ellos. "Hay que tener mucha paciencia. Existen objetos originales que encontramos en mercadillos o tiendas de antigüedades, otros nos los cede la gente que los tenía por casa. También los conseguimos por internet, que facilita mucho las cosas. Lo que no podemos obtener, bien porque no exista o bien porque el precio sea tan disparatado que no podamos alcanzarlo, intentamos reproducirlo, como la tanqueta", en referencia a un blindado UNL 35, propiedad del empresario Jorge Sandoval, que lo cede para esta simulación.

Finalizada la refriega en la plaza de la iglesia, la más sangrienta de todas, la que más bajas se cobra, suena el pitido que dictamina el fin de las hostilidades. Los insultos y la rabia se tornan en abrazos y sonrisas.

-¡Fachilla!

-¡Rojillo!

Hasta el año que viene, Grullos vuelve a la calma. A las armas se les pone el seguro, los soldados firman la paz y el fragor de la batalla da paso a los cuplés y el charlestón.

¡Descansen!