La muerte de Esther Colunga, la médico del Servicio de Atención Médica Urgente (SAMU) del Principado fallecida esta semana, ha caído como un jarro de agua fría entre quienes conocían a la doctora. Una profesional a la que sus propios compañeros definen como una persona trabajadora incansable y siempre dispuesta a poner sus conocimientos al servicio de los demás. "Estudiaba tanto, sabía tanto y exigía tanto que sus compañeros jamás abrimos un libro para consultar una duda cuando ella estaba cerca", señala uno de los que trabajaron con Colunga en una carta publicada en un blog que ha conmovido a los internautas bajo el título "los médicos también mueren".

"Nada se pudo hacer desde el centro coordinador, sólo activar la UVI y esperar con el corazón encogido", lamenta un compañero de la facultativa en el blog. "Nadie pudo hacer nada. Aunque fuera una compañera, y las normas del SAMU digan que los compañeros nunca mueren. Aunque fuera una médico de urgencias y emergencias, con tantísima experiencia que parecía saber cómo burlar la muerte. ¿Cómo pudo pasar esto? Ella, tan sumamente perfeccionista y rigurosa hasta la exageración, ¿cómo pudo saltarse así las reglas?".

El autor de la carta se despide, en nombre de todos los compañeros, "con el llanto silencioso e incrédulo de un pequeño colectivo, de un grupo de compañeros, de un equipo, ante la súbita pérdida de uno de los suyos. Ante el vacío que deja en la UVI, en el Centro Coordinador, en las sesiones, en las comisiones, en los simulacros, en la calle, en el hospital...".