"Como educadores os toca hacer posible que otros hallen junto a vosotros su verdadera patria, su mundo y su felicidad", enunció el vicario general de la diócesis, Jorge Fernández Sangrador, como mensaje de despedida a los alumnos de la Facultad Padre Ossó. En representación de los chavales, Andrea Vega Mencía, del grado de Educación Infantil, hacía balance de una etapa en la que "todo el esfuerzo mereció la pena; esperemos que ahora la sociedad cuente con nosotros, ilusión y ganas no nos van a faltar", remarcó la joven, quien animó a sus compañeros, haciendo suyas las palabras de Nelson Mandela, a utilizar la educación como "el arma más poderosa para cambiar el mundo". En una de las intervenciones más positivas, el decano de la Facultad de Formación del Profesorado, Juan Carlos San Pedro, instó a los recién graduados a reservar para los malos tiempos una parte de la felicidad que ayer exhibían. "Trabajáis para el futuro y sois el futuro. Tenéis que ayudar a cambiar y mejorar el sistema", aseveró. Abundando en idéntica receta, la directora general de Universidades, Cristina Valdés, enumeró las características de los educadores del siglo XXI: capacidad para trabajar en equipo, arriesgar, trabajar con dedicación y motivación y abiertos a lo diverso. A ellas, agregó el decano de la Facultad Padre Ossó, José Antonio Prieto, la valentía, capacidad para innovar, ser imaginativos y constantes en el esfuerzo. "Trabajad desde el corazón, pero sin perder la cabeza", animó a los siete graduados de Educación Social, los catorce de Educación Infantil, ocho de Educación Primaria y veintidós de Terapia Ocupacional. Más pesimista se mostró el rector Santiago García Granda, quien sin perder de vista la apuesta de la institución por "atraer el talento con una oferta adaptada a las necesidades del mercado subrayó que a los recién graduados les espera un futuro "complejo y difícil". "Aprovechad el día a día y no confiéis en el mañana", remató.