Un calor impropio del otoño, cocinado por fuertes rachas de viento del suroeste, avivó ayer el fuego en Asturias, con veinte incendios forestales declarados en diferentes zonas de la región, muchos ya controlados. De ellos, doce permanen activos, algunos aparatosos en apariencia pero ninguno amenazaba inmuebles o poblaciones, según fuentes del servicio de emergencias. El más problemático está en el Valle del Río Negro, en Aller, y además había al menos dos en Cangas del Narcea y otros en la sierra del Sueve en Gobiendes (Colunga), en los montes de Posada de Llanes, así como en Valles (Piloña), Pen y Cirieñu (Amieva) o Cancienes (Corvera).

En la extinción del incendio de Aller, una lengua de fuego de unos cuatro kilómetros en línea recta que se declaró en torno a las cuatro de la tarde, no pudieron cooperar los helicópteros por el fuerte viento, pero sí trabajadores de dos empresas de extinción y bomberos del parque de Proaza que se afanaban anoche para tratar de contener las llamas. El fuego afectaba a un monte por encima de la localidad de Murias, de la que se mantenía aún a una prudente distancia y sin amenaza para el pueblo más próximo al fuego, Arnizu, con apenas tres vecinos.

El regreso del fuego a Cangas del Narcea, una de las zonas más afectadas por la oleada incendiaria de octubre, se materializó con dos focos, uno en el monte de Touzaque (Bimeda), en una zona de difícil acceso a la que se desplazaron un guarda y una empresa forestal y otro en el monte de Otás, donde trabajaron bomberos del parque de Cangas del Narcea y una empresa forestal. Entrada la noche los incendios parecían quedar controlados gracias a la lluvia que hizo acto de presencia poco antes de las diez y a que el viento comenzó a amainar. El agua ayudó a humedecer el terreno, facilitando así la labor de los equipos de extinción que continuaban trabajando en la zona. En Corvera, los bomberos tenían controlado un incendio resistente que anoche seguía ardiendo, que se originó en la localidad de Bango y afectaba a una masa de eucaliptos el monte de Cancienes.

Los servicios de extinción permanecían en alerta, prevenidos a la vista de que la previsión meteorológica anuncia para hoy condiciones similares a las de ayer al menos en cuanto a las temperaturas y la dirección del viento.

Todo es consecuencia de este otoño diferente del calor sorprendente, que ayer incluso subió la temperatura máxima de Asturias al nivel más alto de las registradas en la Península Ibérica. Los insólitos 26 grados medidos en Colunga a las dos menos veinte de la tarde del 22 de noviembre sólo se vieron superados en España por el calor de algunas localidades de las Islas Canarias. Los termómetros también subieron hasta rozar los 25 en Llanes y hasta los 24,6 en Gijón. Todo como efecto más visible del fuerte viento del suroeste que ayer barrió la Península, también con particular intensidad el Noroeste y que dejó en el Principadola quinta y sexta rachas más fuertes del país, 109 y 107 por hora en Cabo Busto (Valdés) y Taramundi, respectivamente.

La perturbación de las condiciones meteorológicas habituales del otoño tiene, sin embargo, fecha próxima de caducidad. La tregua será efímera y los avisos por viento que ayer tuvieron en alerta buena parte de la región aún mantendrán hoy a Asturias bajo los efectos de las rachas del suroeste que todavía traerán consigo temperaturas máximas por encima de los veinte grados, pero todo cambia a partir de mañana, con nubes, lluvia y los mercurios en brusco descenso hacia niveles más propios del otoño.