El desnivel de las montañas en Asturias es tal y las condiciones atmosféricas tan cambiantes, con niebla, lluvia y nieve, que la región es sin duda "el entorno más difícil para un rescate", según aseguran los agentes de la Guardia Civil que integran el servicio de Montaña de Cangas de Onís y Mieres. Ayer recibieron con orgullo y agradecimiento la distinción de "Asturianos del mes" de febrero por sus operativos durante las grandes nevadas de ese mes, como llevar medicinas a una vecina de Viboli, en Ponga, y rescatar a un joven atrapado en una cabaña en Quirós. Fueron dos intervenciones de gran riesgo que ejemplifican el sacrificio y abnegación de un servicio que se ha ganado el respeto de la sociedad asturiana, como expresó la directora de LA NUEVA ESPAÑA, Ángeles Rivero, al entregar los atributos del "Asturiano del mes" a los galardonados: sendos dibujos del Naranjo de Bulnes y Peña Ubiña con los distintivos de las unidades de Cangas de Onís y Mieres realizados por Pablo García, dibujante de LA NUEVA ESPAÑA; una estela discoidea diseñada por José Legazpi, y una primera página del periódico que recoge la noticia del reconocimiento.

A pesar de los riesgos que asumen en cada intervención, ellos insisten en que se trata de "un servicio vocacional y que por tanto el espíritu de sacrificio va de suyo", como remarcó el coronel jefe de la zona de Asturias, Francisco Javier Almiñana, que acompañó a los galardonados junto al teniente coronel Luis Germán Avilés, jefe de la Comandancia de Oviedo, y el comandante Ignacio Baragaño, jefe de personal y apoyo de la misma unidad.

Como jefe de la Sección Especial de Rescate e Intervención en Montaña (SEREIM) de Cangas de Onís, acudió el teniente Pablo Villabrille, quien relató alguna de las intervenciones más arriesgadas de la unidad, como la recuperación, en una operación de cinco días que requirió incluso desviar un curso de agua, de un barranquista fallecido en la Corga da Fecha, en Orense, o el operativo, con más de ochenta agentes, para sacar a la superficie a un espeleólogo húngaro fallecido en la Torca del Cerro. Villabrille fue uno de los agentes que acudieron a Viboli para llevar medicinas a una vecina, con gran riesgo de desprendimientos de nieve y argayos.

En el rescate de la Corga da Fecha también participó el cabo primero Silfredo Torrado -destacado en Cangas de Onís, artista en sus ratos libres-, que está en los grupos de Montaña desde 1984 y participó en uno de sus operativos más sacrificados y por desgracia más estériles de esta unidad: la búsqueda del niño perdido en los Picos de Europa Germán Quintana en junio de 1987.

Por el Grupo de Rescate (GREIM) de Mieres acudió el sargento Pedro Fernández, quien participó personalmente en el rescate del joven atrapado sin comida en una cabaña de Quirós. El grupo también intervino en la recuperación de un corredor de trail fallecido en Peña Ubiña hace dos años.

Los tres agentes de Montaña mostraron no sólo su amor por las cumbres, sino también un gran conocimiento de la historia de crestas como el Naranjo de Bulnes, y su admiración por gestas como la primera ascensión que llevaron a cabo Gregorio Pérez, "El Cainejo", y el marqués Pedro Pidal, llevada a cabo allá por 1904 sin los medios de escalada que ya en aquella época estaban en boga en el resto de Europa.

Los tres dominan, como el resto de los miembros del servicio de Montaña, las especialidades de escalada, barranquismo y espeleología, imprescindibles en un espacio como la cordillera Cantábrica. Los veinte agentes de Montaña de Asturias se han ganado el respeto y la admiración de las gentes de la montaña, que los consideran sus ángeles de la guarda.