"Un niño que crece a base de golpes, sacudidas y puñetazos o es víctima de abusos, aprenderá que la violencia es el instrumento para resolver los conflictos en su vida y podrá repetir esa violencia con otras personas, o por el contrario, vivirá temeroso y aislado", señaló Sonsoles Bartolomé, responsable del departamento jurídico del Teléfono Anar, durante la presentación del estudio. Pero lo cierto es que los datos recogidos revelan que es difícil escapar cuando los principales agresores de los pequeños son los padres biológicos.
Según el informe, más de la mitad de los malos tratos a menores (53 por ciento), los infligen los padres biológicos. El padre es el responsable en más del 34 por ciento de los casos. Desciende significativamente la tasa de agresiones por parte de la madre, del 37,6 al 24,2 por ciento, pero aún así ocupa el segundo puesto en la lista de agresores.
La Fundación Anar advierte de que al disminuir la edad de las víctimas maltratadas y aumentar la frecuencia, la duración y la gravedad de la violencia, los problemas psicológicos de los menores aumenta. Ese factor, junto con el incremento de los malos tratos, hace que la organización reclame un ley específica de erradicación de la violencia contra los menores.
