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Los Tesoros Forestales De Asturias | Hayedo De Pome (Cangas De Onís)

La resistencia del bosque en el Cornión

La principal masa boscosa de la vertiente asturiana de los Picos de Europa, contenida por tres pequeñas cuencas fluviales, representa bien la esencia de las selvas cantábricas

Interior del bosque de Pome. J. M. FERNÁNDEZ DÍAZ-FORMENTÍ

Una de las rutas clásicas de senderismo por el Parque Nacional de los Picos de Europa parte de la vega del lago Enol y lleva hasta el Mirador del Rey y el Pozo del Alemán (una cubeta del río Pomperi que recibe este nombre en honor a Roberto Frasinelli, "el Alemán de Corao", montañero, naturalista y autor de los diseños de la Basílica de Covadonga, quien, según el relato de Alejandro Pidal, acudía a diario a bañarse en el lugar). Si se elige el primer destino, se alcanza una atalaya asomada al segundo bosque más extenso del macizo occidental de los Picos: el hayedo de Pome, solo aventajado por otro hayedo, Vegabaño, en León, también mejor conservado pese a que ambos han ido a menos en las últimas décadas, deteriorados por la presión ganadera y turística.

Los ríos Pomperi, Pelabarda y La Beyera delimitan el contorno del bosque de Pome, encajado entre peñas a una altitud de entre 700 y 1.200 metros, en un terreno pendiente y proclive a la formación de nieblas, que le garantizan la necesaria humedad en los meses de verano. Entrar en este bosque requiere permiso del Parque Nacional, dado que se encuentra bajo un régimen de estricta protección (uso restringido), que contrasta con un pasado no muy lejano en el que sufría talas a matarrasa.

Falta en Pome el que fuera su habitante más ilustre, el urogallo cantábrico (virtualmente desaparecido en los Picos de Europa), y tampoco se aprecian en el suelo forestal ni en los troncos los rastros y marcas que deja a su paso el oso pardo, esporádico en la vertiente norte del macizo. El picamaderos negro o picafayes es hoy el elemento más sobresaliente de las comunidades de vertebrados terestres de Pome, que, salvando las dos ausencias referidas, contienen una completa representación de las que caracterizan los bosques cantábricos. La flora también se atiene a la esperable en estos bosques, con el matiz que introduce en su composición la naturaleza caliza de los suelos. A estas alturas de la primavera, con el verano a las puertas, las plantas del sotobosque ya han pisado el acelerador para completar su ciclo biológico antes de que las hayas completen su foliación y el bosque quede sumido en la penumbra. Más adelante, en el ecuador del verano, se irán acallando los cantos de los pájaros, a medida que éstos vayan completando la crianza de sus pollos y esa señal territorial pierda sentido; de momento, aún se escuchan con fuerza las melodiosas voces de raitanes, nerbatos y malvises, entre otros, y los soniquetes de carboneros, herrerillos, trepadores y agateadores, al tiempo que inician la reproducción los más rezagados, como el abejero europeo, una discreta rapaz migratoria que llega de África subsahariana en mayo.

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