La Granda (Gozón),

Myriam MANCISIDOR

La ciencia avanza y la terapia celular se perfila como la mejor arma con la que combatir el dolor. Las células madre embrionarias son el señuelo de la medicina. Pero hay más. El tejido adiposo (graso) es ahora también una fuente de células que se conocen con el nombre de mesenquimales. La Fundación del Hospital Universitario de Valencia ha identificado recientemente dichas células en estado muy primitivo en adultos y el avance es una puerta a la esperanza sanitaria: hasta la fecha las mesenquimales únicamente se habían localizado en embriones y, de acuerdo a las investigaciones, son capaces al menos en cultivo de dar células sanguíneas (hematopoyesis) capaces de formar los capilares.

¿Y en la práctica? La responsable del centro sanitario de Valencia, María Dolores Miñana, explicó ayer en la jornada de clausura del curso de La Granda titulado «Bases moleculares del futuro de la salud» que las células del tejido adiposo se podrían utilizar para tratar todas las patologías de origen isquémico (ictus, infartos...) en las que hay una degeneración vascular. «Todas estas patologías implican isquemia, es decir, pérdida de oxígeno. Si se consiguiera inocular, injertar o transplantar células que son nuestras capaces de revasculizar, salvaríamos los sistemas isquémicos», explicó Miñana. Y añadió: «Este hallazgo significa que en la edad adulta todavía tenemos células con un potencial exquisito aunque todavía falta identificarlas, saber usarlas y potenciarlas». Miñana no descarta descubrimientos similares en otros tejidos. «Nuestra obligación es seguir trabajando: el siguiente paso es analizar las características de estas células y qué necesitan para multiplicarse porque hay muy poquitas y con tan poquitas sólo podemos trabajar en el laboratorio».

María Dolores Miñana reconoció, eso sí, que las células madre embrionarias son, a diferencia de las adultas, la fuente más adecuada para la hematopoyesis. ¿Y el componente ético que implica su uso? A juicio de Miñana, es personal. «Creo que a día de hoy la sociedad no está en contra del uso de las células madre. No creo que estemos atentando contra nada ni contra nadie, pero son decisiones personales», precisó.

Su colega José López Barneo, premio «Rey Jaime I» de Investigación Básica, también ofreció ayer una conferencia en La Granda bautizada «Factores neurotróficos para la supervivencia neuronal». Se conoce como factor neurotrófico a las células que se producen normalmente en el cerebro y que liberan moléculas para mantener la conexión entre las células. «Estos factores son fundamentales para mantener todos los circuitos neuronales y el funcionamiento cerebral», explicó Barneo, quien actualmente está investigando si estos factores se pueden utilizar como medicamentos en aquellas situaciones en que las células nerviosas mueren bien por enfermedades neurodegenerativas (alzheimer, párkinson...), patologías neurológicas de origen isquémico (ictus...) o de tipo traumático como la lesión medular.

Barneo estudia ahora el uso de un factor neurotrófico conocido por las siglas GDNF en pacientes aquejados de párkinson. «Conforme pasa el tiempo sí estamos más cerca de la curación del párkinson, aunque en ciencia es aventurado hacer planes: lo que está claro es que no hay otra forma de curar esta enfermedad si no es por la ciencia». Sólo en España hay 1.700.000 personas aquejadas de enfermedades neurodegenerativas. Eso sí, según José López Barneo, es preciso dedicar más dinero a la investigación científica tanto de la Administración pública como de entidades privadas. «Necesitamos una transformación importante en cantidad de recursos y distribución de los mismos», concluyó.

Por otro lado, la residencia de La Granda será, a partir de las 19.30 horas del lunes, escenario de la entrega de los premios «Dionisio de la Huerta» que concede la fundación homónima. En la segunda edición de los galardones, el jurado ha decidido agasajar a Enrique Castro, Quini; al actor Arturo Fernández y al párroco Ángel García, fundador de Mensajeros de la Paz.