Piedras Blancas,

Inés MONTES

Los VII Encuentros mineros de Santa María del Mar que se celebraron esta semana en Piedras Blancas convirtieron Castrillón en la capital asturiana de la cultura minera. El presidente de la asociación de vecinos de Santa María del Mar, Juan Luis Gutiérrez, fue uno de los promotores de los Encuentros para cuya organización contó con el apoyo del Ayuntamiento de Castrillón y la colaboración de LA NUEVA ESPAÑA.

Arnao se reveló como hilo conductor de unas ponencias que abordaron el entorno de la mina y la singularidad de su castillete, la participación de la sociedad civil en el proyecto de recuperación, el impacto del proyecto en los medios de comunicación o el futuro, representado por Asturiana de Zinc (AZSA) como heredera de la Real Compañía Asturiana de Minas (RCAM).

Arnao es el primer punto constatado donde, de forma oficial, se otorgó una concesión real en el siglo XVI para la explotación del carbón. La concesión, según explicó el historiador y arqueólogo Iván Muñiz, supuso no sólo la posibilidad de arrancar el mineral de la costa castrillonense, sino incorporar Arnao a los planes estatales del rey Felipe II. La mina se consideró una pieza fundamental en la política real para garantizar cierta independencia de las importaciones de Inglaterra, por entonces, potencia emergente.

Asimismo, en la mina se atisbó lo que, con el tiempo serían las políticas paternalistas industriales, con una red de prestaciones sociales que iban, ya en la década de los años treinta del siglo XIX, a cubrir incluso las bajas laborales, pues los trabajadores que en el desempeño de sus labores sufrían un accidente seguían percibiendo un salario hasta su vuelta al trabajo. El archivero de AZSA, Alfonso García, desveló durante su intervención en los Encuentros, un documento en el que se hacía referencia a la primera muerte como consecuencia de un accidente de trabajo y que se había indemnizado a la viuda con 50 francos. García explicó que en los archivos de AZSA «se encuentran grandes y nimios documentos» que hacen referencia desde el coste de los jornales, según el trabajador fuera español o belga porque éstos últimos ganaban más, a los precios de los libros de cuentas que, aunque ahora resulte sorprendente, eran mucho más caros que lo que suponía el trabajo de muchas horas de una persona en la mina.

Arnao fue también puntera en la implantación de nuevas máquinas. Los documentos que aún se conservan permiten decir que la mina fue el primer centro de experimentación de lo que hoy se llamarían productos frutos de la investigación, el desarrollo y la innovación (I+D+i).

Carlos Aseginolaza, técnico de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Oiartzun (Guipúzcoa) explicó una actuación similar a la que ahora se lleva a cabo en Arnao, la de las minas de Arditurri. Las cifras, sin publicitar el enclave vasco , elevan a más de 13.000 los visitantes anuales. El presidente de INCUNA, Miguel Ángel Álvarez Areces, destacó la oportunidad que supone el rico patrimonio industrial de Arnao como una alternativa de desarrollo para el concejo, la comarca avilesina y la región.