Elisa CAMPO

El debate comarcal ha sido, a lo largo de la historia de Avilés y de su entorno, un clásico muy socorrido pero en el que los avances han sido lentos: una suerte de verdad inapelable pero que resulta complicado llevar a efecto. Las voces más radicales reclaman la fusión de los ayuntamientos; las más moderadas, apelan a la mancomunidad de servicios y a la cooperación entre concejos.

Un novedoso vistazo sobre la comarca es el análisis de sus planes urbanos. Los documentos urbanísticos son la principal herramienta de diseño territorial y en pocas ocasiones se han buscado estrategias compartidas. La imagen que preside esta información ofrece de un vistazo la distribución de los usos del suelo de los concejos que conforman Avilés y su entorno: un entramado municipal con muchas características en común, demasiadas interrelaciones de causas y efectos pero también con notables singularidades.

«Hablar de Avilés no es sólo de un concejo, sino de una ciudad completamente distinta en la que están implicados cinco concejos: Gozón, Carreño, Corvera, Castrillón y Avilés. Y si nos empeñamos, Illas». Este es el planteamiento del que parte el arquitecto Enrique de Balbín Behrmann, autor del Plan Urbano de Avilés de 1986 que marcó un antes y un después en el urbanismo de la ciudad, para reclamar un planeamiento común que racionalice las actuaciones y facilite la planificación. A su juicio, urge que los responsables políticos de cada municipio se sienten y elaboren estrategias territoriales comunes pensando en el futuro, antes de que sea demasiado tarde.

«Es evidente que debería de existir un plan comarcal donde, en lugar de ordenanzas tontas, tuviéramos un análisis real de lo que está pasando aquí», indica Balbín. A su juicio, como no existe esa planificación, se acaban resolviendo por las malas debates como el de la variante de la autovía o la barrera ferroviaria. «Esto tiene que tener una racionalidad», insistió. De lo contrario serán los técnicos de Madrid quienes lo decidan sin conocer realmente los problemas de este conjunto urbano.

El de la comarca avilesina, sin ser el único caso de Asturias en el que la realidad urbana excede a un concejo propiamente dicho, sí es el más paradigmático, según Balbín. «Avilés es muy pequeño y saca los pies del tiesto, se desborda; pero Oviedo también necesita un plan comarcal, tiene una vinculación imposible de disolver con Siero y Llanera. En realidad sería bueno para todas las ciudades asturianas hacer un esquema de alrededores, de colaterales, pero aquí es indiscutible, el ejemplo es de libro», remarcó el arquitecto.

Por más que un plan comarcal nunca se haya llevado a efecto, el propio Balbín realizó en la década de los noventa unas directrices urbanísticas subregionales del área central, donde se hablaba de la necesidad de abordar esa escala en Avilés.

«Hice tres versiones distintas de directrices, para tres gobiernos regionales sucesivos, y ninguna llegó a aprobarse del todo, a los gobiernos les cuesta mucho trabajo meterse con estos temas», lamentó.

Su propuesta de un plan urbano común se completa con otra propuesta que considera básica para la ordenación comarcal: la construcción de un puente en la desembocadura de la ría, a la altura de la Curva de Pachico, que permitiría cerrar el circuito costero siguiendo la fórmula elegida, por ejemplo, en Ribadeo.

Según Balbín es perfectamente factible y compatible con los usos portuarios. La elevación del terreno facilitaría la construcción de un puente de 45 metros de altura, con un tramo central levadizo para los barcos que tuvieran más altura. «Con eso se acortarían las distancias en lugar de hacer kilómetros en balde; aliviaría el funcionamiento general, esa es la pieza esencial y elementalísima para el tráfico, que para el urbanismo implicaría muchísimo; las carreteras son las venas de este organismo, y la circulación es esencial». Por eso, aunque ya hace años que realiza esta propuesta sin que nadie haya recogido el guante, sigue insistiendo. «También Javier Arbesú, socio en algunas batallas de Avilés, lo propuso; este puente es la forma perfecta y lógica para completar el círculo».

Con puente sobre la ría o no, la realidad es que la comarca de Avilés lleva años identificándose a sí misma como una realidad, pese a que a medida que pasa el tiempo pocos avances se han realizado. El más significativo es la Mancomunidad Turística, que debe afrontar una nueva etapa redefiniendo algunos de sus objetivos. Los expertos coinciden en que es necesario abordar fórmulas de cooperación y evitar duplicidades. Sólo falta, aseguran, ponerse manos a la obra.