Teresa CEMBRANOS

Europa marca el camino hacia una economía sostenible y hacia un modelo energético bajo en carbono. El objetivo es que en 2020 se haya reducido la emisión de gases de efecto invernadero hasta en un 30 por ciento, que el 20 por ciento de la energía se produzca por tecnologías renovables y que aumente un 20 por ciento la eficiencia energética. Vicente Luque, gerente de AS-Consulting y exfuncionario de la dirección general de Transportes y Energía de la Unión Europea, fue el encargado de cerrar el I Congreso nacional de medio ambiente y energías renovables, que se celebró desde el miércoles en el pabellón de La Magdalena, y aseguró que el nuevo modelo tiene «riesgos y debilidades que, además, coinciden con la crisis económica», pero, a la vez, tiene «muchas fortalezas que hay que aprovechar».

«Estoy convencido de que detrás de este proceso hay un deseo de cambio porque los recursos fósiles están llegando a su fin y las reservas de petróleo están nacionalizadas; eso es peligroso ya que falta la capacidad para acometer inversiones que sí tienen las grandes empresas. El precio del petróleo está al alza y eso es perjudicial para España, ya que el 50 por ciento de la carga energética proviene de sus derivados», afirmó Luque. El exfuncionario europeo explicó que la UE se ha marcado tres prioridades de cara al año 2020: el crecimiento inteligente, el crecimiento sostenible y el crecimiento integrador. Y para ello, incide en cinco cuestiones: el empleo, que se destine el 3 por ciento del PIB de cada país a I+D, el cambio climático y la energía, la educación y la lucha contra la pobreza. «La sociedad civil tiene cada vez un papel más importante en ese cambio de modelo, pero también tienen que participar las instituciones y organismos europeos y los estados miembros», comentó.

Luque aseguró que se va hacia una economía energética más sostenible «y hay que gestionar el tránsito con inteligencia». «Hemos hecho cosas mal en el pasado», reconoció. También afirmó que el nuevo modelo se basará en un «cambio tecnológico profundo», como por ejemplo la explotación intensiva de la energía eólica y todo lo que eso supone. «Los nuevos sistemas de generación y uso de la energía son más intensivos en capital y menos en combustible, por lo que generan posibilidades de inversión y creación de empleo», argumentó el ex funcionario europeo. Aseguró, además, que será necesario abrir nuevos mercados y «un buen aliado será el mar: estar al lado de un puerto dará muchas oportunidades».

La Unión Europea ha marcado la hoja de ruta tanto en transporte como en energía. En el primer caso, el objetivo es que en 2050 haya una caída del 60 por ciento de la emisión de dióxido de carbono; en el caso de la energía, hasta el 80 por ciento. «La UE tiene objetivos ambiciosos en cuanto a política energética. Básicamente, tiene que ser competitiva, sostenible y segura», comentó Vicente Luque. Así, se propone una Europa energéticamente eficiente sobre todo en dos sectores: edificios y transporte, con la implantación de carburantes alternativos.