Marta PÉREZ

Rufo Álvarez (Tablizo, Valdés, 1952) llegó en 1983 al colegio Marcos del Torniello con un controvertido folleto sobre educación sexual en el bolsillo. Editado por la Generalitat Valenciana, fue retirado una semana después de su puesta en circulación, pero él lo siguió utilizando en sus clases. El maestro todoterreno -sacó la oposición por francés, enseñó matemáticas, fue director y acabó en gimnasia- recogerá hoy ese folleto junto a un puñado de recuerdos y se los llevará del colegio a casa. Hoy no será un día cualquiera en el Marcos del Torniello: Rufo, el profesor de Educación Física, se jubila. «La decisión la tomé en diciembre. Fue un impulso, pero no me arrepiento. Me jubilo por la ley del funcionario, después de 35 años de servicio. Mi madre quería que fuese banquero, pero afortunadamente me dediqué a la enseñanza», asegura.

Rufo Álvarez llega a la cita concertada con LA NUEVA ESPAÑA para repasar su historia académica después de visitar en el hospital a una antigua alumna que acaba de dar a luz. Si por algo se caracteriza este maestro -que empezó su trayectoria en el Lope de Vega de Gijón y siguió el Antoni Botey de Badalona antes de llegar a Avilés- es por mantener una relación estrecha con sus alumnos. «Me invitan a los bautizos y a las bodas. Cuando se casan dos alumnos eso sí que me presta, porque conozco su historia desde el principio», asegura. Esto, y también dar clase a los hijos de ex alumnos. «Les cuento anécdotas de sus padres y les encanta», dice. Por contra, si algún alumno enferma o fallece -ha vivido algún caso- sufre el doble. «Para mí la relación con los alumnos siempre ha sido igual: ellos me tratan de tú, y sus padres de usted», relata. Las familias sí han cambiado en estos años, opina el docente: «A veces entienden mal las cosas que hacemos o decimos a los chicos. Por defender al crío, la culpa siempre para el maestro», sostiene.

En sus años de docente Rufo Álvarez participó en 29 viajes de estudios, la mayoría organizados por él. Como el viaje anual que hace con los alumnos de sexto al albergue de Serandinas (Boal). «Hombre, Rufo, no te vayas todavía, espera a llevarme a Serandinas», le espetó un alumno de quinto curso al profesor de Educación Física cuando se enteró de su jubilación. «Tú estate tranquilo, que eso puedo seguir haciéndolo», le respondió el maestro.

Anécdotas con los alumnos tiene Rufo Álvarez para dar y tomar. Como el joven que doce años después de ser su alumno le encontró por la calle y le dijo: «no te perdono que aquel día no me preguntases las preposiciones». Al parecer, el chaval había fallado la retahíla de preposiciones al ser preguntado en clase y Rufo Álvarez amenazó con un examen de preposiciones al día siguiente. «Se me olvidó. Nunca hice el examen. Me dijo que nunca se le olvidarán, para algo sirvió», dice.

El maestro del Marcos del Torniello, que también fue director del mismo centro entre 1985 y 1992, está orgulloso de los logros profesionales de sus alumnos. «Los tengo de todas las profesiones: médicos, abogados, economistas, y hasta un astronauta», cuenta. Un orgullo especial siente por la atleta avilesina Irene Alfonso, campeona de España absoluta en el Nacional celebrado en 2010. No obstante, Rufo fue presidente de la asociación deportiva «La Curtidora» entre 1992 y 2008.

Rufo Álvarez deja la profesión en unos momentos que se avecinan duros para el sector de la enseñanza. «Esperamos que todo se quede en una tormenta de verano», dice sobre los recortes planteados por el Gobierno. «Hace años teníamos cuarenta alumnos por clase, impartíamos cuatro o cinco asignaturas, nos quedábamos corrigiendo exámenes hasta las dos de la mañana y sobrevivimos», opina.

Rufo Álvarez no tiene ni idea de a qué se va a dedicar ahora. Tiene un nieto que quizás ocupe su tiempo. El maestro siempre se despide igual de los alumnos cuando pasan al instituto. Probablemente hoy, que es él quien se va, les diga lo mismo: «Dejáis de ser alumnos, espero que ahora podáis considerarme vuestro amigo».