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Concejo de Bildeo | Crónicas del municipio imposible

Los clásicos bildeanos

El paisanaje que marca la historia local frente a los personajes universales

Los clásicos bildeanos

De nuestro corresponsal, Falcatrúas.

En Bildeo no tenemos escritores clásicos; tampoco tenemos de los otros, de los normales, ni siquiera de los denominados "flor de un día", esos cuyos editores maniobran para meterlos a calzador, inundando simultáneamente televisiones, radios y periódicos hasta el hastío, aburriendo a las piedras y vendiendo miles y miles de libros que no dejan otro poso que el resquemor de haber picado y malgastado dinero en adquirir un ejemplar.

Nuestros clásicos son personajes que han dejado huella en la historia local trascendiendo las modas y los tiempos. Es una pena que internet haya tardado tanto en llegar, hubiera resultado fundamental para ubicar la Enciclopedia de los Clásicos Bildeanos con nombres tan preclaros como Francisco el Taberneiro, Pepe el Ferreiro, Francisco Colasa, José Bruno y Emiliano el Albardeiro, entre otros.

Francisco el Taberneiro mantenía un archivo de lo que se cocía en cada casa del pueblo que para sí lo quisiera la Guardia Civil; el libro de cuentas de su tienda tabernera resumía lo que había que saber de cada familia: lo que compraban, lo que debían, las madreñas que vendían para ir comiendo, las rayas de nata que obtenían de la leche que vertían en la desnatadora instalada al lado de la cantina, las vacas y los xatos que llevaban a las ferias para pagar los arriendos de las fincas y el préstamo del banco, los comentarios aprendidos en las partidas de cartas? Un análisis completo y preciso de sus convecinos.

Francisco Colasa contó cuentos a varias generaciones de guajes bildeanos, algunos subidos de tono, pero aquí los críos no se asustan por cualquier cosa. José Bruno recitaba romances infinitos y nunca faltaban unos oídos tiernos que los escucharan. Hasta los más jóvenes, que no conocieron en vida a estos personajes inolvidables podrían contar alguna cosa de ellos. Y el célebre Tronquín, apasionado jugador de cartas, que mataba el hambre con humo de Cuarterón, siempre con un chiste a mano para quitar tensión en el ambiente o para animar al personal si cundía el desánimo. Cuando dos vecinos se enseñaban los dientes, anunciando pelea, Tronquín comenzaba a dar vueltas en torno a los contendientes, ofreciendo con fingido disimulo:

-¡Se venden navajas!

Tronquín contaba chistes de Franco, como aquél, cuando el general ferrolano iba a inaugurar algo, un puente, un pantano, lo que fuera, acompañado del ministro Alberto Martín-Artajo. El gentío, enfervorizado, gritaba con un entusiasmo popular espontáneo que el NODO mostraba al mundo entero:

-¡Fran-co! ¡Ar-ta-jo! ¡Fran-co! ¡Ar-ta-jo!

Entonces un paisano alzó su voz entre la multitud, quizá por última vez, en un momento en que los vítores menguaron, sofocados por el calor:

-¡Ar Tajo, no! ¡Ar Guadarquiví, que lleva más agua!

No, aquí no tenemos escritores ni aprendemos Latín, pero llevamos treinta años pidiendo una ley para imponer el Bildeano. Las Leyes Anuales de Educación españolas, abandonaron la enseñanza de las lenguas clásicas, pero no siempre fue así; para intentar demostrar la importancia de su estudio, y muy en particular del latín, la lengua que hablaban los romanos que nos invadieron y culturizaron, contaremos una anécdota extraída de internet, fuente cultural de casi todo:

En las Cortes franquistas, don José Solís Ruiz, Ministro Secretario General del Movimiento en aquellos entonces, defendía un proyecto de ley para aumentar el número de horas dedicadas al deporte en los colegios en detrimento de las lenguas clásicas, del Latín concretamente. En medio del discurso se preguntó:

-¿Para qué sirve hoy el latín?

Don Adolfo Muñoz Alonso, vallisoletano, profesor de la Universidad Complutense increpó al Sr. Solís desde su escaño:

-Por de pronto, señor ministro, para que a Su Señoría, que ha nacido en Cabra, le llamen egabrense y no otra cosa.

Aclaremos que los naturales de Cabra, Córdoba, son egabrenses, por ser esta villa la antigua Egabro romana, a la que los musulmanes llamaron Qabra, al adaptar el nombre latino al árabe.

Terminaremos con una hazaña de Pemán, que también sabía Latín. Recordarán aquella famosa copla:

"Si vas a Catalayud,

pregunta por la Dolores,

que es una chica muy guapa,

amiga de hacer favores".

Cuentan que durante la dictadura, el escritor y político José María Pemán fue a dar una conferencia a Calatayud y alguien le aconsejó que no mencionara la copla de la Dolores, que no hacía ninguna gracia a los bilbilitanos. Pemán, al terminar su disertación, comentó al público que conocía su molestia por la dichosa tonadilla y que él se había permitido arreglarla de manera que no les resultara tan ofensiva, y se la recitó de esta forma:

"Si vas a Calatayud,

pregunta por la Manuela,

que es nieta de la Dolores,

y más puta que su abuela."

Consiguió llegar al tren a duras penas, escoltado por la Guardia Civil.

Seguiremos informando.

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