A finales de marzo, la multinacional norteamericana Alcoa cerrará otra de sus fábricas de aluminio primario: la que tiene en la localidad estadounidense de Evansville. Este medida se suma a otras anteriores del mismo tipo con sólo un objetivo: adelgazar la producción de aluminio primario para contribuir a elevar su precio cotizado, más si cabe en el contexto presente; con la espada de Damocles blandida por la República Popular de China desde la pasada primavera. El gigante asiático cerró sus fronteras a producciones forasteras y contribuyó, seguidamente, a incrementar la producción propia. Siendo el mercado principal del planeta el de China, el resultado de estas dos decisiones es claro: las grandes multinacionales que explotan materias primas están en su peor momento.

Alcoa es una de las empresas más afectadas por la crisis de China. La compañía que dirige Klaus Kleinfeld es propietaria en España de tres factorías: Avilés, La Coruña y San Ciprián, en Lugo. La intención de la dirección mundial es acabar este año habiendo dividido la empresa en dos: una sociedad se encargaría de la explotación de la bauxita, alúmina y aluminio primario y otra, del aluminio elaborado y de otros materiales de mayor valor añadido. Por ejemplo, el titanio.

El cierre de la planta de Evansville, que está en el Medio Oeste americano, en el Estado de Indiana, supone, en principio, que la matriz dejará de producir 269.000 toneladas de aluminio primario (Avilés termina el año con algo más de 60.000, aunque puede superar las 100.000 en sus momentos de bonanza, que no vive desde hace la tira).

Según una nota oficial emitida por la multinacional, "para el final del segundo trimestre de 2016, la compañía reducirá la producción de alúmina en un millón de toneladas, lo que incluye restringir las restantes 810.000 toneladas de capacidad de refinación en sus operaciones". Roy Harvey, que actualmente dirige la división de aluminio primario de Alcoa, aseguró: "Reconocemos cómo esta decisión va a impactar profundamente en los empleados. Estamos comprometidos a trabajar en estrecha colaboración con nuestros empleados, los sindicatos y los grupos de interés de la comunidad para apoyarlos a través de esta transición". Harvey añadió, sin embargo, que "a pesar de la dureza de la decisión en los empleados, tenemos que reconocer que estos activos no son competitivos". Y concluyó: "Estamos seguros de que estas acciones son las correctas dadas las difíciles condiciones del mercado internacional de materias primas. Estamos comprometidos con la creación de un negocio resistente listo para su lanzamiento como una compañía independiente en 2016".

La empresa reconoce que, tras el cierre de Evansville, Alcoa se habrá deshecho de 812.000 toneladas métricas de capacidad de fundición y 3,3 millones de toneladas métricas de la capacidad de refinación desde marzo de 2015, cuando anunció su intención de dejar de producir medio millón de toneladas.

La situación que vive Alcoa en España en la actualidad es de "stand by". La dirección actual nacional está pendiente de que tomen forma las decisiones tomadas en la central de Nueva York sobre la nueva organización de sus negocios.