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Antón Caamaño: "El teatro no es mercado, es patrimonio cultural"

El primer doctor asturiano en Artes Escénicas advierte de los riesgos para la superviviencia de las producciones regionales

El director de teatro Antón Caamaño. RICARDO SOLÍS

"El teatro asturiano no forma parte del mercado, no tiene que formar parte de él. Es patrimonio cultural. Y está en peligro". Quien esto advierte sabe de lo que habla. Se llama Antón Caamaño, lleva más de veinticinco años dedicando su vida a las artes escénicas de tal modo que se ha convertido en el primer doctor asturiano en la materia, por la Escuela Superior der Arte Dramático (ESAD). Algo inimaginable hace tan solo unos pocos años, cuando no había ni circuito, ni profesión, ni nada. No hace tanto. "Para las administraciones públicas, el teatro es algo folclórico y ya está", se lamenta. "Pero el teatro es algo más: es una industria que da empleo a dos centenares de personas, pero también certifica nuestra propia naturaleza", explica.

Hacer teatro en Asturias es llorar, como hubiera podido escribir en su momento Mariano José de Larra. Y es normal, el gremio vive con los ojos puestos en un único cliente -las administraciones públicas- y porque ese cliente recorta con fruición lo que presupuesta para este menester. La cultura es industria y es también tesoro público. No valen para el teatro las mismas leyes que para las mercaderías: no es lo mismo representar a Shakespeare que vender tornillos. Caamaño lo explica a su modo:"No podemos hablar de un único cliente. El teatro no es una mercancía que se compra y se vende, es patrimonio cultural que las compañías de teatro difunden", subraya. Y claro, lo hacen cobrando un caché, porque los actores también comen y pagan sus facturas.

Los lamentos del teatro en Asturias afloraron hace tiempo. Y es natural. Los que administran la cultura en la región han hecho oídos sordos de un clamor que empezó a sonar a finales de los años 80, según los especialistas. Y no se trata, ni mucho menos, del socorrido refrán: "El que no llora, no mama". Los doscientos y algo teatreros asturianos señalan que malviven de la escena y es que la escena es casi el único medio de vida de los titulados en Arte Dramático que prepara también la Escuela de Gijón, una de las más aplaudidas del país. Entre todas las cosas posibles en las que las administraciones públicas meten mano, el teatro patrio viene a ser la última. O la penúltima. "En todos los años que llevo en esto no he visto que se hiciera nada por la escena más que organizar el Circuito Profesional de Teatro y reducir las ayudas públicas", comenta Caamaño. Y pone un dato ilustrativo sobre la mesa: "En 1995, Etelvino Vázquez, el director de 'Teatro del Norte', lamentaba que el Principado dedicase sólo 8 millones de pesetas al teatro. En 2015, fueron 48.000 euros que son, exactamente, 8 millones de pesetas. Han pasado veinte años, pero las cosas siguen estando en el mismo punto: en ningún sitio".

A mediados de los 90 las compañías profesionales no llegaban a 10 y ahora superan las 40. ¿Son muchas? "No son tantas: Galicia cuenta con sesenta y tantas, son el triple de población, pero, a la vez, existe una industria audiovisual que asume un gremio que en Asturias sólo tiene una salida: formar compañía", explica Caamaño, actor, director, productor, escenógrafo, todo. Las artes escénicas en Asturias son así: absorbentes. Absorben talento, vocaciones y licenciados directos al desempleo más estrepitoso. De las 40 compañías, muchas lo son de una sola persona, es decir, de un autónomo que se autoemplea, que quiere hacerlo además dedicando sus empeños al noble arte de contar historias. A cuantas más personas, mejor.

Caamaño habló ayer tarde de todo esto en el palacio de Valdecarzana. Pronunció la conferencia "Bases pa la creación d'un corpus de teatru asturianu", que es el fruto de su tesis doctoral y de su cuarto de siglo dedicado a vivir sobre las tablas. "Lo que todos sabíamos, está comprobado ahora científicamente: nunca se prestó atención a la escena asturiana profesional", subraya.

Pone una fecha fundacional para la profesión teatral en Asturias: 1986, coincidiendo con la puesta en marcha del fenecido Instituto del Teatro y las Artes Escénicas (ITAE). "En la época de Sergio Marqués se extrajo el dinero que se dedicaba al teatro del programa general Asturias Cultural y se puso en una cosa nueva y así nació el Circuito. No fue una ayuda al teatro, fue una ayuda a los ayuntamientos. Pero fue lo mejor que se hizo hasta el momento. Porque después empezaron los recortes", recalca Caamaño.

El doctor en Artes Escénicas hace cuentas: entre el Principado y los ayuntamientos de la región (78) se invierten algo más de 600.000 euros al teatro. "Y aquí sumamos el dinero del Circuito y las ayudas a la producción y también el dinero que viene de programadores ajenos al mismo Circuito, pero no son tantos", dice Caamaño, que pone como ejemplo el teatro Jovellanos. "En Avilés las producciones asturianas se exhiben dentro de un ciclo propio y eso va por gustos: pienso que no tendría que haber diferenciación entre el teatro de aquí y el de Madrid. Hay gran movimiento escénico, sobremanera, con el público", señala. "En el Niemeyer, por su lado, no se saca todo el rendimiento posible".

"El gremio en Asturias está más o menos organizado. Hay un sindicato de actores y dos asociaciones de compañías profesionales: ACPTA y Foroescena. La primera pertenece a la Federación Nacional de productoras y la segunda está iniciando los trámites para sumarse. Ese trabajo está hecho", dice. ¿Cuál es el que no está hecho? El teatro profesional, dice, se enfrenta a la cortedad de miras de algunos productores que prefieren producciones aficionadas, "que son más baratas y llenan las salas, que parece que eso es lo único que se mide". Caamaño se refiere a los montajes de sainetes tradicionales: indiano que llega, que enamora la moza, que cabrea al mozo y luego aquí paz y después gloria. "Llevo más de veinticinco años actuando y hay teatros que no conozco", dice Caamaño. ¿Y si todo está tan mal, por qué seguir en la escena? "Pues no lo sé, porque es lo que quiero hacer", recalca.

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