"Ojalá que al final de nuestros días pudieran decir de nosotros que hemos pasado por la vida haciendo el bien, y eso lo podemos decir de José María. Ése es el mayor honor que se nos puede hacer", afirmó ayer el párroco Jesús Rodríguez en San Juan de Ávila ante la multitud que despidió al exsecretario comarca de MCA-UGT, José María (Chema) Olmedo, fallecido el lunes a los 64 años como consecuencia de una grave enfermedad a la que plantó batalla hasta el último aliento. Decenas de compañero de su sindicato (UGT) y de partido (PSOE) arroparon a la familia del metalúrgico y sindicalista, del que todos destacan sus sólidos valores y su talante conciliador.

Olmedo se despidió cubierto de flores (no cabía ni una corona más en el coche fúnebre), en brazos de los suyos y entre aplausos. Portaron su féretro sus compañeros de sindicato Eduardo Donaire, Iñaki Malda, Jenaro Martínez Paramio, Daniel Cuartas, Juan Antonio Díaz Olea, Javier Menéndez y Roberto Riestra. Y en cuanto dieron los primeros pasos con su amigo, estallaron los aplausos.

El sacerdote destacó los valores que trasladan los compañeros y amigos de Olmedo. "Los que lo habéis conocido bien coincidís en plasmar que ha intentado, a lo largo de toda su vida, no hacer otra cosa que estar entregado en la lucha en un campo tan difícil como es el del trabajo", apuntó Jesús Rodríguez. Y consoló a familiares y amigos con las frases recogidas ayer por este diario que el veterano metalúrgico y sindicalista pronunció en una entrevista en 2013, cuando dio el testigo al frente de MCA-UGT en Avilés: "Mi mayor logro es tener esta edad y ser feliz. No me falta de nada, me llevo bien con los compañeros, con mi esposa y soy más rico que nadie, pero porque no necesito casi nada. Tengo una vida rutinaria, pero muy completa. Cuando estaba ingresado le decía a mi mujer: Pilarín, solo quiero salir de aquí y dar un paseo, bajar por San Cristóbal, luego tomar una sidra en la Tataguya, ir a cenar a casa...".

A los hombres del metal les costaba ayer contener las lágrimas. El golpe ha sido duro. Un mazazo. "Fue un maestro en muchas cosas. Nos enseñó a todos sindicalismo, rigor, cómo afrontar los procesos de negociación, cómo estar siempre de parte del más débil. Incluso nos enseñó cómo llevar la enfermedad, con dignidad y una valentía absoluta", señaló el secretario general de la UGT de Avilés, Ignacio Malda, al que le resultaba casi imposible discutir con su compañero de sindicato: "No había manera, me sacaba de quicio. Te miraba con esa media sonrisa y...".

Muy afectado estaba también el secretario general de MCA-UGT, Eduardo Donaire. Olmedo era su compañero, pero también un gran amigo. "Los sindicalistas no mueren, se siembran y se reproducen. El recuerdo de Chema no se va a olvidar entre los que lo conocimos ni en los sindicatos. Lamentamos mucho su pérdida", señaló el veterano sindicalista, que está a punto de dar el testigo. Donaire habló con Olmedo hace tan solo unos días, el sábado pasado. "Le dije que contaba con él en el congreso (se celebra el lunes). Desgraciadamente no ha sido posible", concluyó.

También arroparon a Pilar Esteban y Miguel (viuda e hijo de Olmedo), la alcaldesa de Avilés, Mariví Monteserín; el secretario general del PSOE en Avilés, Luis Ramón Fernández Huerga; el sindicalista Luis Ángel Colunga; el exresponsable de personal de Daorje, José Luis Rodríguez, sindicalistas de otras centrales y el presidente de la Sociedad Económica de Amigos del País, Antonio Sabino. Entre las coronas que acompañaron a Olmedo en su despedida, cuya retos reposan ya en el cementerio de La Carriona, había una del Grupo Daniel Alonso, ejemplo de que también era apreciado en el mundo empresarial.

"Ha sido un extraordinario dirigente sindical y ha sabido hacer escuela. Puede estar muy orgulloso de su trayectoria", señaló la consejera de Servicios y Derechos Sociales, Pilar Varela, que comparte "la afición de beber sidra en 'La Tata' que tenía Olmedo. El jueves, tras trasladar el pésame en el tanatorio, se fue al local a tomar una "para recordar su alegría". Lo mismo que habría hecho él, que ayer no dijo adiós, sino hasta luego.