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Los barcos de arrastre descartan más del 40% de los peces que capturan

Un estudio del Instituto Español de Oceanografía constata el desperdicio de recursos marinos, al que la Unión Europea se propone poner freno

Un pescador observa las capturas logradas en un lance tras haber izado la red a bordo del barco. RICARDO SOLÍS

Cuatro de cada diez kilos de pescado que capturan los barcos arrastreros que faenan en el caladero Cantábrico-Noroeste -la proporción disminuye a menos del 5 por ciento en los barcos que utilizan artes más selectivas- han de ser devueltos al mar por constituir lo que se conoce como pesca indeseada: peces que no dan la talla y especies en veda, con el cupo agotado o de nulo valor comercial. Esta es una de las conclusiones que permite extraer el estudio que realizaron varios investigadores del Instituto Español de Oceanografía (IEO)_durante tres años y que recientemente ha visto la luz en un atlas que publicó el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Los científicos, que hicieron el trabajo de campo en barcos y puertos asturianos y gallegos, trataron de hacer un dibujo fiel de la realidad de los descartes pesqueros en el área de análisis considerada como antesala de la implantación de las medidas que ha aprobado la Unión Europea para reducir las toneladas de pesca desechada.

Las observaciones de los autores del estudio determinan que la especie con más alto porcentaje de descarte es la xarda (caballa): el porcentaje de devolución al mar llegó al 69,28 por ciento para el periodo de observación considerado (las campañas pesqueras de los años 2011, 2012 y 2013). La segunda especies más descartada es la bacaladilla, con un 47,56 por ciento de rechazo de las capturas realizadas. Los descartes de merluza fluctúan entre el 38,4 y el 43,62 por ciento en función de la modalidad de pesca de arrastre observada (baca o pareja). La lista queda completada con otras tres especies: gallo (con un 41,12 por ciento de descarte), jurel (21,84 por ciento) y rape (10,7 por ciento).

La merluza constituye la principal especie pesquera descargada en los puertos asturianos y es la que genera los mayores ingresos para la flota. A diferencia del grado de descarte de los barcos arrastreros, los que faenan con otras artes logran porcentajes de descartes mucho más comedidos: 2 por ciento las lanchas llamadas beta (enmalle dirigido a especies demersales; esto es, de aguas profundas) y un 1 por ciento en el caso de los barcos volanteros. Los bajos porcentajes de descartes de las embarcaciones tipo beta y de volanta se repiten en la pesquería de jurel (entre el 0,3 y el 2,48 por ciento de descartes) y en la de xarda (entre el 0 y el 6,57 por ciento). No así en la pesca de rape (pixín), donde las lanchas beta tienen un rendimiento de descartes del 72,7 por ciento y las de rasco, que en su caso llega al 30,92 por ciento.

Otra lectura de la realidad de los descartes que proporciona el estudio del IEO es que en el caso de la merluza, el pixín y los gallos la causa principal -y con mucha diferencia del rechazo de capturas- tiene que ver con la talla de las mismas; en esas tres especies consideradas, el porcentaje de descartes relacionado con el tamaño del pescado está sistemáticamente por encima del 90 por ciento. La bacaladilla presenta la menor proporción de descartes relacionados con la talla (del 2 al 8 por ciento) mientras que el jurel y la caballa se mueven en cifras de descarte por tamaño muy condicionadas por el año considerado, de modo que el porcentaje fluctúa entre el 1,6 y el 52,3 por ciento siendo siempre más bajo el del jurel. Las tallas mínimas tenidas en cuenta para la realización del estudio fueron las siguientes: 27 centímetros en el caso de la merluza, 20 centímetros los gallos, 15 centímetros el jurel y 500 gramos el pixín.

El estudio se completa con una serie de mapas que sintetizan los datos recogidos en el área pesquera observada con ayuda de un código de colores al que van asociadas cifras de kilos descartados por hora de actividad pesquera. Esos mapas dan a entender que las franjas marinas donde más descartes se realizan (más de 50 kilos por hora) son las comprendidas entre Tapia y Burela (Lugo) y entre la localidad coruñesa de Cariño y la ría de Muros. Las zonas más "calientes" de descarte de gallo se corresponden con el cañón submarino de Avilés, el oriente asturiano, las costas cántabra y vizcaína y la práctica totalidad del litoral gallego. La zona más castigada por los descartes de pixín se halla en la vertical de la provincia de Lugo y las que generan más desperdicio de xarda y jurel se hallan en las inmediaciones del caladero al norte de Peñas conocido como La Carretera.

Sobre las causas de los descartes, los autores del estudio exponen que se producen por dos razones: legales y económicas. La primera tiene que ver con la talla de las capturas, la existencia de cuotas de pesca (que puede llegar a agotarse para una determinada especie) y las especies prohibidas por estar sujetas a protección pero que aún así acaban atrapadas en las redes. En cuanto a las causas económicas, pueden ser de tres tipos: el escaso valor de algunas especies, la captura de especies no comestibles y el pescado dañado. "En términos generales, la causa originaria de la captura de especies no objetivo es la sobrepesca que se produce cuando se ejerce una presión pesquera elevada sobre un recurso. Ello produce una alteración de la estructura de edad y reduce las poblaciones, lo que puede dar lugar a stocks más pequeños y con más ejemplares juveniles que pasan a formar parte de las capturas", advierten los científicos en su trabajo.

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