No se entiende muy bien lo del arte y la arquitectura o lo de la arquitectura del arte o lo del arte de la arquitectura, porque parece que todo deviene en el arte de crear una arquitectura económica o una economía artística. Al grano. En Candás quieren pintar el espaldón del muelle. Para no mirar más allá del muelle, para no mirar al mar. Es una versión interior de lo que Ibarrola hizo en Llanes. Para ver los «cubos de la memoria», al menos en su totalidad, hay que llegar en barco a la capital del oriente asturiano. Si en Candás se pinta el muro del muelle no hará falta hacerse a la mar, es decir, con un paseo de domingo por la tarde se puede ver el mural. Y claro, el que va a pasear un domingo por la tarde puede haber comido en cualquier parte de Asturias. El que llega a Llanes en barco al menos paga el amarre, que no es poco. No se pude mirar al mar cortando el horizonte en el muelle. Es algo así como una mala copia, como hacer un Calatrava en medio de las torres de Buenavista pensando que esto es como Bilbao y que la arquitectura convierte el arte en billetes de «mil» euros.