La primera concentración de Vespas y Lambrettas de Grado convocó a 104 personas con sus vehículos. Organizada por el Club Vespa Grado, la concentración se ha convertido ya en una de las más concurridas del calendario asturiano. Los organizadores se muestran muy satisfechos y agradecidos por la participación.

Las motocicletas quedaron en el parque de Grado y, tras las inscripciones, comenzó la ruta. En primer lugar, dieron una vuelta por la localidad, escoltados por la Policía Municipal, y a continuación se dirigieron a Pravia y, de ahí, a Cornellana, en cuyo casino hicieron una parada.

La parada para comer fue en el restaurante Casa Urina, en el puente Peñaflor, donde compartieron una corderada, tras la que repartieron regalos. La mayoría de las motocicletas eran Vespas, y las Lambrettas escasearon más. Es algo habitual en las concentraciones, ya que en su momento se fabricaron muchas menos de la segunda marca. Las Vespas eran más abundantes en su época y ahora se ven más también. Había motocicletas desde las más antiguas, de entre 55 y 60 años, hasta las más recientes, con 15 o 20 años como mucho.

El Club Vespa Grado, promovido por José Antonio Fernández, Javier Pérez, Jesús Feito y Víctor Álvarez, se creó, precisamente, para poner en marcha la concentración. Javier Pérez asegura que el encuentro es ya el tercero por concurrencia en Asturias.

La buena acogida de esta primera convocatoria ha animado a los organizadores a hacer una segunda el año que viene. Y, como adelantó Javier Pérez, "el presupuesto va a ser el doble y todo será a mayores; en principio, tenemos pensado hacer una concentración todos los años". Una cita al año es lo más conveniente, porque existen otras muchas en diferentes zonas y organizar más de una en una misma jornada sería restarse participantes unas a otras.

A la de Grado acudió gente no sólo de Asturias, sino también de la vecina comunidad de Cantabria, y según los organizadores todo el mundo se fue encantado. Ellos se mostraban casi abrumados por la buena acogida que tuvo su actividad. "Para ser la primera vez fue un éxito", apunta Jesús Feito.

Pero tampoco fue una sorpresa, porque detrás del éxito hubo un trabajo de promoción, y también una voluntad visible de ofrecer a los visitantes un día completo. Para rematar, el tiempo acompañó, con lo que todo el mundo se fue encantado y, presumiblemente, con ganas de volver para la próxima.