"Yo nací bailando y cuento seguir haciéndolo mucho tiempo". Artemio González resume con una sola frase las ganas de vivir que le permiten estar en plenas condiciones a sus 83 años, a pesar de algunos achaques de salud que incluso le obligaron a jubilarse con antelación. Un carácter que sin duda contribuyó decisivamente para que la asociación de vecinos "La Nozana" pensase en él para hacerle entrega, este sábado, a las 19,00 horas, del premio "Paxarro Mayor", que el colectivo otorga desde 2008 a sus socios de más edad.
González nació en Olloniego y, como muchos de la zona en aquellos años, trabajó en la mina. Sin embargo, el amor supuso un cambio de rumbo para su vida. En 1957 se casó con la paxarra Elena Prado y se trasladó a vivir a Viella. "Cuando llegué era como si viniera pidiendo", relata respecto de las necesidades de aquella época, que le llevaron a trabajar en Lugones en el sector del metal, en la cerámica La Estufa y en la mueblería de Manuel Prado, en la que se jubiló.
El retiro le abrió la puerta a dedicarse más a las labores de casa. Cuidar las dos o tres vacas que habitualmente ayudaban a la economía familiar y trabajar una huerta que con el paso de los años ha ido descuidando para dosificar esfuerzos, que prefiere orientar a disfrutar de lo que le queda de vida. "Soy un fijo en las fiestas locales, en las que intento dar el máximo, y suelo ir siempre al baile que se organiza en un restaurante de aquí cerca", confiesa este hombre que se quedó viudo hace una década y que tiene tres hijos y tres nietas. Con respecto al homenaje que le rendirán los que son sus vecinos desde hace medio siglo, Artemio quiere dejar claro que no busca protagonismos. "Aunque no me hubieran dado el premio, hubiese estado el primero para la celebración", sostiene el hombre en referencia a la actuación musical que seguirá al homenaje que le rendirán conjuntamente con la "Paxarra Mayor", Elvira Menéndez, y la pequeña Vera Álvarez.
De todos modos, trata de dar vidilla a los días previos, tirando de un sentido del humor que le ha convertido en toda una institución en Viella. "La verdad es que podrían estirarse y darme de premio unos millones", declara con sorna un hombre que promete aprovechar la fiesta para tratar de cortejar a alguna fémina, eso sí, "para casarla con el hijo que sigue soltero".
