El "tac tac tac" de la construcción de las casetas del Xiringüelu dejó paso ayer al "clin clin clin" de las botellas de sidra. Y es que la romería del prao de Salcedo da para mucho. La semana previa sirve para motivar a los romeros mientras elevan sus casetas y van viendo con alegría la llegada de la fiesta, el domingo es para divertirse y darlo todo y el lunes, para la resaca y aprovechar todo lo que dejan las peñas. Madera, plásticos, muebles y botellas vacías de sidra para rellenar en la próxima campaña casera de la bebida regional son los principales materiales que se reciclan en el Xiringüelu.

La primera batida comienza al terminar la fiesta. Alrededor de las diez de la noche grupos de personas comienzan ya a otear las casetas y vigilar el suelo con linternas en busca de objetos de valor como teléfonos móviles y carteras. "Por la noche vienen y arrasan con todo, yo si me encuentro una cartera la llevo al Ayuntamiento", comentó Servando Lobo mientras recortaba los toldos de las casetas para emplearlos en el campo para tapar la hierba, la leña o cualquier otro fin para el que se requiera.

El lunes después del Xiringüelu la mayor parte de personas que se acercan hasta el prao de Salceo lo hacen en busca de leña y botellas de sidra. "Es lo que más se busca, el año pasado tiré todo el año con la madera del Xiringüelu y llené todas las botellas que llevé de sidra, aún me quedó alguna vacía", señaló Jesús Hernández. Este año no era capaz a encontrar botellas en buenas condiciones: "Están todas rotas por el cuello, yo no sé cómo las bebe esta gente ¡será a morro!", exclamó mientras se afanaba en la búsqueda.

La mayoría de recicladores que se acercan hasta el Salcedo son gentes de campo que encuentran en los restos de las casetas del Xiringüelu material para las labores agrarias y leña para calentar la casa. Una forma de ahorrar dinero en gasto de leña, que supone alrededor de diez euros por tonelada. "Para quemar leña esta madera es muy buena porque el eucalipto calienta muy bien las casas, pero no sirve para hacer barbacoas porque da mucho olor", comentó Juan Feito. Pese a que los malos olores de la bebida y la comida en descomposición complican la tarea de reciclaje, Feito siempre baja porque "da pena dejar esto aquí para que lo lleve la pala".

De hecho, en las últimas ediciones del festejo tienen que apurarse para recoger todos los materiales antes de la limpieza general del prao. "Lo hago todo en un día porque luego lo tiran todo, la Cofradía se apura para dejarlo todo limpio rápido, antes estaba la basura por lo menos una semana, pero ahora hay que darse prisa, igual vuelvo mañana (por hoy)", indicó Adolfo Alonso al tiempo que cargaba leña en el maletero del coche. "Así hacemos un favor a la Cofradía", añadía Servando Lobo.

Pese a llevar varios años bajando a Salcedo a por leña, Ramón Álvarez estaba ayer sorprendido con la estampa que ofrecía el lugar de la fiesta. "Ta todo hecho un desastre", añadió. Algo que también sorprendió a Teresa Díaz y Carlos Iglesias, quienes también aprovecharon restos de comida para dar a los perros de casa. "Algunos bollos preñaos pero la comida está toda por el suelo y se puede recuperar poco", sostuvo Iglesias.

Y con más basura aún estaba la zona donde se concentran los romeros que no tienen caseta para hacer botellón. Miles de botellas de cristal y plástico conformaban una alfombra que impedía ver el suelo mientras las bolsas volaban sobre la basura. Estos son los restos del huracán que arrasa el Xiringüelu cada primer domingo después del primer jueves de agosto. Una fiesta que crece cada año y que se está convirtiendo en la romería del verano en Asturias. El Xiringüelu da para mucho.