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En Villamarín, "casi como un monasterio"

"Aquí se para el tiempo y los días parecen meses", dice el obispo de Astorga, Juan Antonio Menéndez, que descansa en su casa natal de Grado

Juan Antonio Menéndez, a la puerta de su casa de Villamarín. SARA ARIAS

Siete meses sin pisar Asturias que han tenido una buena recompensa. El obispo de Astorga, Juan Antonio Menéndez, ha pasado unos días en su casa natal de Villamarín (Grado) conectado a su familia y sus paisanos. Un retiro "corto pero intenso" que le ha servido para profundizar en sus lecturas, dar paseos con su padre Juan, disfrutar de las viandas tradicionales de la región y encontrar la paz de espíritu en los mismos rincones que transitó en su infancia. "Han sido unas vacaciones excelentes, aquí se para el tiempo y los días parecen meses", afirma el Obispo.

Menéndez fue nombrado obispo de Astorga el año pasado tras ser obispo auxiliar de la archidiócesis de Oviedo. En la ciudad castellana ha sido muy bien recibido, dice, como un hermano. El trabajo en los últimos siete meses ha sido vertiginoso, ya que atiende 970 parroquias, de las que más de veinte están despobladas. Todos los días oficia misa junto al sacerdote de la iglesia que visita "para conocerlos y entender la realidad de cada parroquia".

Y la mejor manera de continuar con su labor es con un merecido descanso. "Necesitaba parar el ritmo, aunque tengo comunicación diaria con Astorga a través del Vicario", explica. Y lo cierto es que el Obispo está pendiente de su teléfono por si se le requiere. Entre tanto, aprovecha las jornadas para embeberse "del ser y existir de la vida en Asturias". En Villamarín, una de las aldeas más altas del concejo moscón, encuentra descanso y conexión con sus raíces.

Lo que más le sorprendió en su última visita es el silencio que impera en Villamarín, "es casi como un monasterio". Una quietud muy distinta a sus años en la parroquia, cuando en el pueblo todas las casas estaban habitadas con numerosas familias. Pero muchos años han pasado desde aquello y, ahora, Villamarín es el refugio del Obispo.

Menéndez ha disfrutado de las vacaciones dando paseos por el pueblo con su padre Juan. El Obispo empuja la silla de ruedas en la que se desplaza su progenitor, quien vive con él en Astorga, y juntos disfrutan de los recuerdos del pasado y saludan a las gentes del lugar, que reciben "al su Juanín" con alegría y orgullo. "Yo no quiero que me llamen de otra manera", precisa. En soledad no se ha dejado ver mucho el prelado porque "he tenido días de niebla y lloviendo que no era lo mejor para salir a caminar y también me dicen que está por ahí el oso, así que no me atrevo mucho a salir".

Como obispo debe oficiar misa cada día y en Villamarín no ha sido menos. Unas homilías y eucaristías que los vecinos no se perdieron ni un día, aprovechando que la transmisión de la palabra de Dios la daba el mismísimo Obispo. Pero las misas le han dejado tiempo para encontrarse con la familia, ya que han tenido muchas visitas "muy entrañables".

Lo cierto es que Menéndez tiene una fuerte vinculación con Villamarín y acude varias ocasiones al año. En casa aprovecha para disfrutar de la buena cocina de sus tías Lía y Loles. Fabada, embutidos, carne roxa y "todas las cosas buenas de Asturias" han servido para alimentar el cuerpo del Obispo. El alma la nutre con lecturas. Y en su retiro ha aprovechado para reflexionar sobre temas de actualidad como la crisis de los refugiados que vive Europa o el auge el terrorismo yihadista en la zona.

"La Iglesia tiene un papel muy importante para mantener las raíces que dieron origen a Europa y al cristianismo", opina. De ahí que considere que la Iglesia debe actuar como punto de encuentro entre Occidente y Oriente para amalgamar las diferentes culturas que en la actualidad conviven en el viejo continente. Los atentados terroristas de los últimos meses entristecen al Obispo, quien estima que el islamismo radical es una forma de ateísmo: "No creen en un Dios verdadero si no en una idea, nación o persona".

Una manera de vivir la religión musulmana que dista mucho del catolicismo, defiende. Menéndez señala que la religión católica da libertad al individuo para creer en Dios: "Corresponde a Dios, que es la gracia, y a la persona, que es la libertad, el elegir, el Evangelio se impone por la fuerza de su verdad y nosotros, tal y como el Papa insiste, tenemos que ser auténticos, coherentes e ir persona a persona para ayudarles a suscitar la fe pero nunca obligarles".

La inestabilidad europea es un asunto geopolítico que ha supuesto la llegada masiva de refugiados a Europa huyendo de la guerra en Oriente. Y el Obispo considera que los europeos no se pueden quedar inertes ante la llegada de miles de personas. "Los refugiados no vienen a quedarse, tampoco son pobres, sólo buscan la paz y la Iglesia tiene una labor subsidiaria ya que el protagonismo le corresponde a los estados, aunque creo que el derecho del Estado no puede ser tan lento en este caso porque se están dando situaciones verdaderamente dramáticas", sostiene.

Menéndez ha podido ahondar en la actualidad gracias a la tranquilidad que se respira en Villamarín, la aldea que dejó a los once años para entrar en el Seminario. Con todo, nunca se ha ido de su casa, siempre la lleva en su corazón y los descansos y vacaciones que disfruta en el pueblo del alfoz de Salceo son para él "el reencuentro con mi historia y con mi vida y es un motivo para impulsar el futuro".

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