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Lugo se acerca a la alta capacidad

"Hay muchos prejuicios sobre estas cualidades", denuncian la escritora María Sánchez Dauder y las psicólogas Sonia M. Blanco y Tania Quirós

Sonia M. Blanco, María Sánchez Dauder y Tania Quirós, ayer, en Lugo de Llanera. MANUEL NOVAL MORO

Tener un hijo con altas capacidades no es, por definición, una ventaja ni un inconveniente. Simplemente, los niños necesitan respuestas adecuadas a sus necesidades. Así lo expresaron ayer las psicólogas asturianas Sonia M. Blanco y Tania Quirós y la maestra y escritora catalana María Sánchez Dauder en un acto celebrado en Lugo de Llanera sobre la materia.

María Sánchez Dauder, además de maestra, es madre de un niño y una niña con altas capacidades. Desde un primer momento supo que sus hijos eran diferentes y quiso responder adecuadamente a lo que necesitaban. Como reacción a esta respuesta y a su formación en la materia -hizo un máster en altas capacidades- fueron surgiendo cuentos que reunió en los libros "Las altas capacidades en la escuela inclusiva", que ya llevan cuatro series, dedicadas a distintas edades desde los dos años, y de los que pronto editará la quinta, para secundaria y bachiller.

Tanto las psicólogas como la docente creen que hay "muchos prejuicios" respecto a las altas capacidades, que no implican necesariamente buenos resultados académicos -en ocasiones, ocurre lo contrario- y que tampoco están centradas en unas pocas materias.

"Parece que la alta capacidad te lleva directamente a la robótica, a la música o a la física, cuando no es así; puede aparecer en cualquier habilidad o disciplina", sostiene Dauder. Además, hay una parte emocional muy importante. "Muchos son volcanes, de hielo o de lava", asegura.

Por su parte, las psicólogas asturianas, que abrirán en septiembre el centro "Despierta" para niños de altas capacidades, dijeron que la educación de estos niños es un derecho, porque "se trata de personas con necesidades especiales".

Su propuesta es, como explicaba Tania Quirós, "no que se adapten los niños a nosotros, sino adaptarnos nosotros a los niños". Se trata de trabajar todos los aspectos de la inteligencia y de las emociones -la parte intelectual, la creativa, los talentos, la hipersensibilidad- de tal manera "que los niños sean felices", en palabras de Sonia M. Blanco.

Porque ese es el fin último de la educación, conseguir que los alumnos se integren y convivan con los demás sin distinciones. Para alcanzar este objetivo han de estar implicados los alumnos, las familias y los docentes. La alta capacidad se detecta pronto. Y cuanto antes se trabaje, mejor.

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