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La manta candasina, de abuelas a nietas

La elaboración de la pieza tradicional de ganchillo se mantiene al alza en los talleres de confección de la villa

Mari Luz Gutiérrez y María José Fernández, ante Mari Paz Rodríguez y Ángeles Pantiga, que muestran las piezas que regalarán a sus nietas. I. G.

Mari Paz Rodríguez y Ángeles Pantiga siempre quisieron inscribirse en el curso de manta candasina, que imparte desde hace 17 años María José Fernández. Nunca tuvieron tiempo hasta este curso. Ambas están encantadas dándole al ganchillo y confeccionando una pieza para sus respectivas nietas. "La manta es para mi nieta Lola, que nacerá en agosto", indica Rodríguez. A su lado, Pantiga explica que la pieza que está confeccionando con sus propias manos será para su nieta Lucía, de dos años y medio. La monitora da el visto bueno a las obras. Frente a ellas está Dolores Menéndez, que es alumna del taller desde que comenzó en noviembre de 2000, para mostrar una labor de hace siglos.

María José Fernández explica que la manta es una prenda que usaban las antiguas candasinas. "Era una prenda de abrigo que usaban, por ejemplo, en el trabajo, en las industrias conserveras, pero también puede ser de vestir y se solía usar en las fiestas como Pascua y el Cristo", indica Fernández. La manta de trabajo está hecha a base de lana y la otra de sedalina, un sedón más fino, y "requiere una labor más delicada". La de lana es la que confeccionan en el curso, con una aguja de ganchillo. Actualmente, suele usarse como añadido del traje de pescadora en las fiestas populares de Candás. "Ahora hay una nueva tendencia, las usa la juventud, son de colores y sustituyen a la bufanda", detalla María José Fernández.

Aidé García se coloca delante de la monitora para enseñarle su pieza. "Es la primera que hago", señala orgullosa, momentos antes de sentarse junto a sus compañeras. "Una manta candasina lleva entre 14.000 y 16.000 puntadas y tiene tres partes: una tupida, el entredós que lleva dibujo y la puntilla", señala la monitora. "Es un vicio", espeta Mari Luz Gutiérrez y momentos después sus compañeras de clase lo corroboran. "Ayer pasé toda la tarde enganchada con la manta, de cuatro a ocho", añade Aidé García.

Y entre puntada y puntada, cuarenta y cinco mujeres asisten a los cursos de manta candasina que se desarrollan en el centro polivalente de La Baragaña. El taller está dividido en tres grupos. "Puedes hacer una manta candasina entre veinte o treinta días, pero el tiempo depende de lo rápido que te dé la mano", concluye la monitora mientras las cursillistas siguen sus consejos al pie de la letra.

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