"La Monstrua" era solo una niña: la verdad tras la obra maestra del Prado que se expone ahora en Avilés

"Juan Carreño de Miranda empatizaba con Eugenia Martínez Vallejo", confirma Patricia Pérez, en la primera visita guiada al retrato que ha traído el Museo del Prado al Niemeyer

Patricia Pérez, de frente, junto al cuadro de «Eugenia Martínez Vallejo, vestida», ayer. | Ricardo Solís

Patricia Pérez, de frente, junto al cuadro de «Eugenia Martínez Vallejo, vestida», ayer. | Ricardo Solís / Saúl Fernández

Saúl Fernández

Saúl Fernández

"La Monstrua", en realidad, era "sólo una niña". Esto lo dice Patricia Pérez, de la empresa Cuéntame un Cuadro, la encargada de explicar a un primer grupo formado por una docena de personas el retrato que el pintor de Cámara del rey Carlos II, el avilesino Juan Carreño de Miranda, hizo a Eugenia Martínez Vallejo cuando ella tenía seis años, un retrato que forma parte de la colección del Museo del Prado desde 1827 y que, desde este viernes, está colgado –en semipenumbra– en la cúpula del Centro Niemeyer (la entrada cuesta cuatro euros y da acceso también a la exposición "Juana Francés (1924-1990)").

Y Pérez dijo esto de que era "sólo una niña" cuando comenzó a explicar la vida de Eugenia en aquellos años del último de los Austrias: de Carlos II. "Al monarca le llamaron ‘El Hechizado’, que es un apodo bastante más descafeinado para un chaval que no se podía tener en pie", destacó la protagonista de la primera visita guiada al cuadro que estará en Avilés hasta el próximo día 2 de junio. "Se me ocurren apodos tan crueles como este que le dan a la niña", añadió la guía.

El primer grupo que se acercó a la cúpula a entender la importancia del retrato de la niña Eugenia pudo comparar las diferencias entre ese cuadro y el que le hizo también, pero desnuda. Cree Pérez que comparando los dos se atisba que "el pintor empatizaba con la niña". Y señala, a este respecto, la circunstancia de que cuando la niña está vestida, "mira al pintor". Cuando está desnuda, "sin embargo, no, parece que se siente incómoda y Carreño lo remarca". La guía explicó que el artista, entonces, actuaba como empleado de la corte, "más artesano que artista".

Lo de "La Monstrua", explicó Pérez, viene de "cuando el cuadro entra en el catálogo del Museo, en 1827". Entonces se la llamó "Retrato de Eugenia Martínez Vallejo. ‘La Monstrua’". ¿Se puede revisar estos títulos? Pérez entiende que sí. Y apuesta por ello. El Museo del Prado lo hizo revisando 1.800 cartelas en los que figuraran nombres o apelativos humillantes. El coordinador general de conservadores del Prado, Víctor Cageo, explicó ayer en las páginas de este periódico: "Ni a mí, ni al Museo del Prado nos gusta la denominación de ‘La Monstrua’. Es un poco agresiva para una niña".

Pérez no ahondó mucho en la razón por la que la niña presentaba esas trazas que llamaron la atención en la corte del monarca último de los Austrias. Los médicos discuten qué le pasó a Eugenia Martínez Vallejo para que a los seis años diera aspecto que Carreño captó en su famoso cuadro. Todo apunta a que fue un problema endocrino. "Aunque en aquellos días se interpretaba, en verdad, como fruto de los excesos", determinó la gerente de Cuéntame un Cuadro.

La niña había nacido en la localidad de Bárcena de Pienza, que está en el municipio de Merindad de Montija, en el norte de la provincia de Burgos, lindando con Cantabria. "Muy pronto fue conocida en su comarca y, de tal forma, también en la Corte", señaló Pérez. "Entró por eso en el grupo de las gentes de placer, es decir, las que acompañaban a las mujeres de la corte para remarcar estas su belleza frente a la de la niña", continuó la guía.

La niña murió a los veinticinco años. Su retrato fue uno de los últimos de cuantos pintó Carreño. Pese a que nació emparejado con el de la niña desnuda, no siempre estuvieron así expuestos. Cageao, por ejemplo, explicó que el cuadro desnudo no llegó al Prado hasta 1939 (el retrato vestido es de 1827, uno de los primeros procedentes de la galería real).

Explicó Patricia Pérez algunas circunstancias que hacen singulares los dos retratos: "No hay fondo identificado. Y eso que estamos en el Barroco, donde se adorna todo con recarga", destacó. Cageao lo había explicado el día anterior: "En otros cuadros descubrimos las habitaciones del antiguo Alcázar", es decir, que por los retratos los artistas de la corte se ha podido certificar la vida cotidiana en la corte de los Austrias.

Roberto Mielgo, uno de los participantes de la primera visita guiada del cuadro de Carreño, se destacó "como fan" de Pérez, de esos que siguen cada una de las salidas de la guía y licenciada en Historia del Arte. Jorge García, por su lado, explicó que se sorprendió con todo lo que Pérez había descubierto sobre el cuadro. "Lo mejor es tener la oportunidad de ver un cuadro que es de fuera aquí, en casa".

Las visitas guiadas para escolares al cuadro de Carreño de Miranda está previsto que comiencen el próximo martes. El plan es que se desarrollen durante toda la mañana los estudiantes conozcan de verdad a la niña que se descubrió débil a través de los pinceles de Carreño de Miranda. Durante todo el mes en que el Prado y Telefónica dejan el retrato en Avilés, los responsables del Niemeyer lo acompañan de charlas y hasta un concierto de música barroca.