Hace ahora justamente diez años, estábamos todos enfrascados en un debate, quizá un tanto estéril, cual era si la entrada del nuevo siglo correspondía al año 2000 o 2001.

Tanto mediaticamente, como a nivel de calle las opiniones o justificación por parte de unos y otros cubrían todos los gustos. Al final lo de galgos o podencos se quedó en nada, y los más prácticos lo celebraron un par de veces, y punto.

En pura teoría, y para no volver al punto inicial, se supone que da comienzo una nueva década, recordando que parece que tan sólo hace cuatro días la cosa por el inicio del siglo se dividía entre Tirios (2000) o Troyanos (2001).

Ahora mismo nos sirve de recuerdo jocoso, y donde nos duele es simplemente en que todos tenemos diez años más, cosa esta extremadamente importante, sobre todo cuando se ha cruzado el ecuador de la vida, aunque los que tengan 50 añoran los 40, y de ahí para arriba, o abajo, ninguno estamos conformes.

Dejamos atrás un decenio, o lo que sea, que de algún modo dejó huellas profundas en todo el mundo. El 11 S, o el 11M, han sido puntos de inflexión en muchos acontecimientos variados entre otros cargados de negatividad, que de un modo u otro han influido, y lo van a seguir haciendo, en nuestras vidas. Al final uno duda si comienza un nuevo ciclo de diez años, o si aún le falta uno para ello, porque en definitiva y con las fechas que estos días se celebran ¿qué diferencia existe entre el 31 de diciembre y el 1 de enero? Simple, que se pasa de una noche de diversión a plazo fijo a otro día de monumental resaca, además que, obviamente, todo va a seguir igual, pese a los estereotipados deseos de felicidad, y tal, y tal. Pura ilusión, comprensible, dado que es lo único a lo que nos podemos aferrar.

Lo que parece que si está claro, si hacemos caso a los augures, o simplemente contrastando lo que a nuestro alrededor sucede, se puede extrapolar no ya a la cuesta tradicional que comienza en enero, si no a una subida al Angliru en día de nieve, hielo, y culo atrás.

Pero lo que va a primar, seguramente será que Obama nos adorará mientras sigamos diciendo ¡si bwana!, que Rodríguez Zapatero preside la U.E., y que los países tercermundistas nos «quieren mucho» por todo lo que reciben, aunque la práctica nos diga que lo que hacen no es otra cosa que «mexar» por encima de nosotros, aunque nuestra diplomacia lo edulcore diciendo que llueve. Nada, que con todo ello vamos a seguir comiendo todo el año.

¡Ah!, se me pasaba el comentar que varios Ayuntamientos de las Cuencas, coinciden en la «idea ecuestre», no sé si como método revitalizante o para ponernos al trote. Y ya puestos en tema equino, a muchos populares lo que les gustaría escuchar no es otra cosa que el sonido de «cascos».