Mieres / Langreo,

Miguel Á. GUTIÉRREZ

Carlos Cillero tiene una empresa de moldes para piezas industriales; Alberto Agún, un negocio de pintores; Raúl Ramos presta asesoramiento a otras firmas; y Roberto García es electricista. Todos ellos tienen dos rasgos en común: han salido del semillero de Valnalón y comparten un arraigado sentido de supervivencia empresarial. Llevan años resistiendo los vaivenes económicos y tiene clara la receta para enfrentar la crisis económica actual. «Hay que resistir como sea; saber reciclarse, ajustar los gastos que tengas y tirar de la empresa para adelante. No queda otra», explican estos emprendedores que reconocen que, de estar ahora ante el reto de crear su empresa, se lo pensarían dos veces debido a la delicada coyuntura económica. De hecho, explican que es muy difícil que una nueva compañía dedicada a los sectores y mercados tradicionales pueda llegar a consolidarse hoy en día. La fórmula para obtener éxito sería vender un producto o servicio innovadores, abrirse hueco en el sector TIC con una compañía competitiva o encaminar la producción del negocio a la exportación desde un principio.

El semillero de empresas de la ciudad tecnológica de Valnalón (ubicado entonces en el edificio que más tarde ocupó el telecentro) vio la luz en el año 1992. Cillero y Agún empezaron a echar raíces en él apenas un par de años después, en una etapa en la que todavía se dejaban sentir algunos de los efectos de la crisis económica de 1993. «Hay muchas diferencias entre la crisis de entonces y esta, aunque una de las principales es la falta de crédito que hay ahora», indica Alberto Agún que montó su empresa, «Los pintores», tras enterarse de la existencia del semillero cuando estaba en una escuela taller. «Si tuviera que crear la empresa ahora, trataría de buscar otras alternativas, pero en 1994 era un buen momento y yo siempre fui bastante lanzado para estas cosas», indica este empresario de El Entrego.

Agún expone que una de las claves para desarrollar una actividad empresarial es formarse constantemente y adaptar la oferta a las necesidades del mercado. «La gente tiende a pensar que sólo se trata de pintar habitaciones. Yo he pintado desde una caja fuerte hasta las líneas de una carretera y he hecho cursos de pladur, escayola o microcemento», argumenta este emprendedor, para añadir a continuación: «Actualmente, hay carga de trabajo. El problema es la dificultad para cobrar».

Carlos Cillero, otro de los empresarios surgidos de las primeras hornadas del semillero de Valnalón, también puso en marcha «Mundomolde» a mediados de los noventa, junto a su pareja, Noelia Capín. La empresa tuvo unos inicios difíciles. Aprovechaban las vacaciones para desarrollar misiones comerciales. Los otros veraneantes no dejaban de sorprenderse cuando los veían salir de la tienda de campaña con traje y maletín. La firma da empleo hoy a otras dos personas, aunque la actividad ha caído un 20 por ciento debido a la crisis. «Nosotros nos dedicábamos principalmente a realizar prefabricados de hormigón, pero, con el bajón de la construcción, hemos tenido que reorientarnos a piezas de mecanizado metálico. Reciclarse en fundamental», expone Cillero.

Este empresario langreano considera que es «muy complicado» que, en el marco económico actual, un proyecto empresarial pueda salir adelante. «Nadie se atreve a invertir; si tienes cinco duros es mejor tenerlos amarrados. No hay nicho de mercado para que puedan entrar nuevas empresas de fabricación ni de distribución porque las que están aguantan como pueden», argumenta Cillero, para añadir a continuación: «Entre los pocos sectores que pueden tener éxito está el de los servicios tecnológicos, como demuestran las empresas TIC de las Cuencas que están soportando bien la crisis. También habría que orientar la producción a la exportación porque la economía en España está estancada». La reforma laboral es otro de los temas analizados por Cillero: «Reformas hacen falta, pero no creo que la solución sea exprimir al trabajador porque resulta contraproducente. Creo que lo que habría que hacer es aliviar la presión fiscal que soporta el empresario, que es excesiva».

Roberto García Rodríguez, propietario de la empresa «Electro 6» junto a David García Fernández, considera, por su parte, que la creación de empleo depende del mercado más que de las condiciones de contratación. «No creo que las cosas vayan a cambiar con la reforma; será igual que antes. Si yo contrato a un chaval en prácticas no es con intención de despedirlo a los pocos meses, si lo hago es porque lo necesito y quiero quedarme con él». Y añade: «La creación de empleos nuevos depende de la carga de trabajo que tengas, como ha ocurrido siempre».

Este emprendedor mierense trabajaba por cuenta ajena cuando, en una cena informal celebrada con otros compañeros decidió establecerse por cuenta propia y poner en marcha su empresa. «En la actualidad no montaría la empresa. No hay movimiento ninguno. Lo que queda ahora es aguantar como sea y estar bien posicionado para cuando las cosas mejoren», indica García, para añadir a continuación. «No pretendo desanimar a nadie que quiera montar una empresa, pero actualmente sólo veo que un negocio sería viable si fuera algo novedoso en el mercado; es complicado competir tal y como están las cosas hoy en día».

Raúl Ramos, natural de Gijón, estudiaba Económicas cuando vio un cartel en la Facultad que hablaba del taller de empresarios de la ciudad tecnológica de Valnalón. Su familia pensaba que, cuando acabara la carrera, intentaría entrar a trabajar en un banco. El impacto cuando comunicó que quería ser empresario fue mayúsculo. «Pensaban que esta loco, pero a mí me picaba el gusanillo de tener mi propia empresa», relata este emprendedor. Entró en el semillero en 1998 y salió bajo el brazo con una empresa de descenso de canoas y turismo activo, que funcionó hasta 2006. Después, orientó su actividad empresarial hacia el asesoramiento a pymes.

Ramos cree que la coyuntura actual también «puede ser un momento bueno para emprender» ya que el autoempleo es una opción ante las dificultades para conseguir trabajo. Lo importante, según remarca, es que se trate de iniciativas novedosas. También ve fundamental que, en Asturias, se «defina la situación política» y haya un mayor respaldo a los empresarios: «No todo es dinero, también hay que darle otro tipo de apoyo».

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