Cerca de dos años ha tenido que esperar el morciniego Amador García para poner en marcha el primer matadero industrial de pitos de caleya de Asturias. Se ubica en la localidad de El Vallín y tiene una capacidad para matar un centenar de animales. Hoy será su inauguración oficial.

La idea surgió, como explica García, "por necesidad, ya teníamos la explotación y no había ninguna posibilidad de matar estos pitos en Asturias, teníamos que ir, lo más cerca a Benavente, y eso no nos rentaba". Este joven empresario contó entonces con la ayuda de hosteleros de renombre en la región, como Casa Belarmino (Gozón) y Casa Gerardo (Candás), que hicieron de "padrinos de honor" para que el proyecto viera la luz. Todo este esfuerzo se ha visto recompensado con la apertura hoy del matadero, que ya cuenta incluso, con sus primeros clientes. La mayoría restaurantes, pero también alguna carnicería. En estos últimos casos, se trabaja por encargo.

La explotación de Amador García cuenta con medio millar de pitos de Caleya. "Vienen con unos seis meses, y esperamos otros tantos al menos para el sacrificio", explica. La instalación, completamente equipada, sólo mata una vez a la semana, los miércoles, y tiene una capacidad máxima de un centenar de animales por jornada. Un número que todavía no han alcanzado. "Ahora estamos matando entre 30 y 50 pitos, el récord ha sido 60, pero se podría llegar a los 100", explica. De hecho, este límite hace que la denominación de "industrial", que sí mantiene la instalación por ley, no sea tal. "Es un matadero pequeño y no podríamos calificarlo de industrial, no es como el de Noreña o el de Benavente, donde pueden matar un millar de pollos en un cuarto de hora, nuestro trabajo va mucho más lento por los medios de los que disponemos".

¿Por qué sólo pueden matar pitos de su explotación? La explicación, como señala García, es que la ley no permite que un matadero que esté a menos de 500 metros de la explotación pueda matar pollos de otros lugares. "O cambia la ley o tendríamos que cambiar la ubicación del matadero, pero no podemos optar por esta última posibilidad porque El Vallín tiene una superficie muy reducida".

Amador García lleva viendo pitos de caleya durante toda su vida. Su padre, que se llama igual, siempre se ha dedicado a esta labor. A diferencia de los pollos industriales, los pitos de caleya crecen en libertad y son cebados con harina de maíz amasada, berzas, pan, cebada y trigo. Estos animales, en el caso de la explotación de El Vallín, se ubican en la planta alta de la nave, que también cuenta con un gallinero y una amplia zona verde. El matadero está en la parte baja. Allí, entre otros elementos, cuentan con un aturdidor. Este aparato aturde a los animes con una descarga, dejándolos listos para ser sacrificados. Después, los animales mueren desangrados en unos conos y se despluman con una máquina dedicada a estas labores. Hay otro local contiguo donde se realiza la evisceración de los animales y, finalmente, los pitos se guardan en una cámara.

El proyecto contó con una inversión de más de 100.000 euros y una subvención de 21.000 . Colaboran en la iniciativa el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural, el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, y la Consejería de Desarrollo Rural. Amador García se muestra optimista con este proyecto y, en el futuro, no descarta ampliar sus horizontes.