Katsikas es una pequeña localidad griega situada a 60 kilómetros de la frontera con Albania. Allí pasarán diez días de su verano los asturianos Xandru Fernández y Sonia Álvarez. Residentes en Pola de Laviana, viajarán al campo de refugiados de la zona junto a su hija Llara, de doce años, para realizar tareas de voluntariado. Esto no es nuevo para el padre, que ya pasó dos semanas en el lugar durante el mes de abril. "Ya antes de regresar a Asturias tenía claro que iba a volver", explica. Álvarez añade que "esta vez no queríamos que fuese solo, y fue algo que pensamos, aunque todo muy rápido".

Siria es un país que lleva cinco años asolado por una de las guerras más cruentas que se recuerdan. La aparición casi repentina del auto denominado Estado Islámico (ISIS son sus siglas en inglés), ha dejado un peaje especialmente duro: más de 330.000 muertos y un total de siete millones de desplazados, de los cuales al menos cinco millones son refugiados, y existen 14 millones de personas que se encuentran en necesidad de ayuda humanitaria. Eso es precisamente lo que busca esta familia con su viaje: ayudar.

Xandru Fernández repite experiencia después de su estancia hace tres meses. "Fue algo que ya llevaba tiempo pensando, a partir de ver documentales y demás, y luego tenía una amiga de la infancia que había estado en Idomeni y fue ya la que me animó del todo a ir". Así explica el porqué de su viaje. Solo, con la idea de echar una mano en todo lo que se pudiera necesitar. Además, recuerda "la vuelta, porque allí te sientes útil". Pero su mujer no las tenía todas consigo. "Le veíamos convencido, pero yo desde luego sola no hubiera ido".

Ahora, ayudado por los contactos y la experiencia, le ha resultado más sencillo. Xandru Fernández no tardó en poner todo en marcha, pero el hecho de tener que realizar el viaje en verano, complicó un poco la planificación. Sonia Álvarez cuenta que "siendo las fechas que son, con las vacaciones y demás el viaje se nos convirtió casi en un tour, y yo siendo autónoma tuve un poco más de lío en cuadrar las fechas". Y así es: salen desde Barcelona el día 25 hacia Atenas, donde pasarán tres días. "En el campo como tal estaremos ocho días (del 28 de julio al 6 de agosto) y luego nos vamos a descansar un par de días Korfú, ya como vacaciones", explica Fernández.

A priori puede resultar incluso llamativo que viajen con una niña de 12 años, pero no les costó inculcar a Llara esa sensación de solidaridad. "Desde pequeña ya le intentamos hacer ver que es una privilegiada, así que ahora no le supone un esfuerzo tener que pensar a dónde vamos de vacaciones". Intentan hacer ver que la solidaridad es algo intrínseco, que se tiene o no se tiene. "En Europa es algo normal que las familias hagan este tipo de viajes, aunque en España lo veamos extraño".

Normalidad

Para Llara, como cuentan sus padres, lo más complicado es tener que contar por qué se va de vacaciones a Katsikas. "No habla mucho del tema, en el colegio le preguntaron y no se alargó mucho en la explicación". Todo funciona con una normalidad abrumadora, y de hecho, el conjunto de escuelas del Colegio Rural Agrupado (CRA) Alto Nalón realizó un donativo a los refugiados a través de la familia. Un total de 288 euros que como cuenta Xandru Fernández, "fue llamativo porque cuando lo fuimos a recoger vimos que nos empezaron a dar monedas. Ves que lo sacan de donde pueden y eso es de agradecer". El matrimonio es consciente de que es complicado convencer a la gente y sigue la línea de que el rechazo hacia los refugiados es algo que se está fomentando. "Aquí en Laviana no es la primera vez que escuchas conversaciones en contra de que vengan y demás, y es porque realmente no entienden el problema tan grave por el que están pasando". Sea como sea, esta familia ya ha abierto camino. El camino de la solidaridad, con unas vacaciones mirando hacia los desfavorecidos, pero que al fin y al cabo les hacen felices. "La idea clave es normalizarlo. Son gente que necesita ayuda y no pasa nada por ir, no es peligroso", concluyen.