Magdalena Loring paseaba hasta la tumba de su abuelo cuando era niña. Recuerda que siempre se paraba junto a aquella lápida robusta, a la sombra de los árboles, en la que descansaba ese hombre del que oía hablar en las comidas familiares y que había sido un eminente empresario. Magdalena Loring es la tataranieta de Numa Guilhou, el banquero francés que puso en marcha Fábrica de Mieres en 1870. Y ese lugar al que iba de pequeña, en el que reposa el empresario, es el cementerio protestante de Mieres: el único que había entonces en Asturias y que surgió por el alto porcentaje de población británica y francesa que se había asentado en la villa, al calor de la actividad industrial. El camposanto llevaba años sepultado bajo la maleza, pero la Asociación Cultural y Minera "Santa Bárbara" ha acometido unas obras para que luzca espléndido. Es el último recuerdo de Fábrica de Mieres y la entidad tuvo que contar con el permiso de la familia de Guilhou.

"Está igual que cuando yo era una niña", aseguró Magdalena Loring, mientras recorría el cementerio protestante (también conocido como "cementerio de los franceses"). Resulta curioso escucharla nombrar a su tatarabuelo siempre por su nombre de pila: "Numa está enterrado aquí y también su padre, Santiago", explicó. Numa Guilhou falleció en 1890 y su padre, según consta en la lápida, en 1875.

Antes de que Numa Guilhou adquiriera en subasta pública Fábrica de Mieres, británicos y franceses ya habían visto el próspero negocio de la minería en Asturias. El primer entierro documentado en el cementerio protestante de Mieres fue el de la escocesa Isabel Pool, en 1860. El responsable del área de arqueología de "Santa Bárbara", Rolando Díez, encontró el acta de enterramiento de la mujer durante su incansable búsqueda de información sobre la industrialización de la Montaña Central: "Es el primer documento que tenemos pero no significa, ni de lejos, que sea el primer enterramiento", señaló.

Isabel Pool era hija de James y Jenet Mc Cormick y falleció en Trubia a los 48 años. Según explicó ayer Díez, "fue trasladada a Mieres porque entonces era el único cementerio protestante que había en la región". Sus familiares visitarán hoy el camposanto. Además de las de Isabel Pool y Numa y Santiago Guilhou, se han localizado otras nueve tumbas: Eduardo Medley, Esteban Félix Belugou, Agustín Belugou, una supuesta sirvienta desconocida, Teodoro Robinet, una mujer alemana desconocida, un hombre alemán desconocido, Madame Medeley y su hermana.

Las labores de acondicionamiento se alargaron durante un año y dos meses. "Trabajamos por turnos de unas veinte personas", explicó Felipe Burón, presidente de "Santa Bárbara". Además del cementerio, también recuperaron la antigua bocamina del Cantu La Escrita, adornada con una vagoneta que cedió mina Julita. Las labores en el camposanto incluyeron desbroces, pintura, limpieza y mejoras en las escaleras. "Queríamos que recuperara su esplendor", señaló Burón.

Y lo consiguieron porque, emocionada, Magdalena Loring les agradeció su labor: "Estoy muy satisfecha y muy contenta con todo lo que han hecho desde esta asociación, me han devuelto una parte de mi infancia", aseguró. Una niñez con veranos en la residencia habitual de la familia, una gran finca conocida como "La Gerencia". Estaba situada en la zona donde ahora se levanta la nave de Mieres Tubos. "A mi abuelo le habría encantado lo bonito que está ahora el cementerio", afirmó.

Magdalena Loring es la nieta de Manuel Loring, conde de Mieres, y Marta Guilhou. Que hubiera un título nobilliario en la familia, concedido en 1911 (en el primer nombramiento nobiliario otorgado en Asturias el pasado siglo), generó confusión entre los vecinos. Aún hoy, en Mieres, el camposanto también se conoce como el "cementerio de los condes". Pero no hay ningún noble enterrado en el lugar. Los restos de Manuel Loring reposan en La Rebollada.