Willy Wonka, propietario de la fábrica de chocolate más grande del mundo, está reclutando aprendices para su negocio. Harto ya de algunos caprichos de los "Oompa-Loompas", esos pequeños ayudantes que tiene en su factoría, ha seleccionado a veinte ñinos de Mieres para que aprendan algunas de sus recetas más exitosas. El primer taller tuvo lugar ayer, en la Biblioteca de Mieres, enmarcado en las actividades de conmemoración del centenario del nacimiento de Roald Dahl. Es el autor de "Charlie y la fábrica de chocolate", "Matilda" y "James y el melocotón gigante", entre otros.

-¿Quién ha leído el libro de "Charlie y la fábrica de chocolate"?

La pregunta la formuló Andrea Rubio, delegada de Willy Wonka en Mieres y responsable del taller en la biblioteca. Hubo tres manos en alto. "Yo me leí dos libros, uno más gordo y otro menos, los dos de 'Charlie y la fábrica de chocolate'", explicó Alba Valdés. Junto a ella, con delantal de "Peppa Pig", Sara Gutiérrez recordaba las escenas de la película que más le habían gustado: "Cuando salen los Oompa-Loompas cantando".

Los Oompa-Loompas tendrán que esforzarse mucho para conservar su puesto de trabajo en la fábrica de Wonka, porque los nuevos aprendices vienen pisando fuerte. Lo demostraron ayer, tras la elaboración de una de las recetas mejor guardadas por el maestro chocolatero: unas trufas de galleta y crema, espolvoreadas con cacao.

El primer paso de la receta fue machacar la galleta. David Martínez lo hizo tan bien que la mesa casi se desmonta: "Tiene que quedar como polvo", explicó el joven chocolatero. Mientras todos se afanaban en conseguirlo, estalló el debate sobre Willy Wonka. "Ese no existe", sentenció, rotunda, Sara Gutiérrez. Afirmación que rebatió Pedro Martínez: "Sí existió, lo que pasa que murió de viejo". Algo poco posible, les explicó Andrea Rubio, porque Wonka es mágico. Y la magia, lo sabe todo el mundo, nunca termina.

Momento crítico en la mesa de los aprendices cuando llegó la hora de repartir la crema de chocolate. El objetivo era mezclarla con la pasta de las galletas, formando una bola. A muchos les costó deshacerse de la crema de chocolate, que se les pegó por las manos. Alba Álvarez y Xinhong Xia consiguieron unas trufas casi perfectas. Igual que Irene Álvarez. Para terminar, cacao en polvo sobre los bombones. Los que se llenaron los zapatos de chocolate, tendrán que mejorar un poco si quieren trabajar en la fábrica.