A Manu Rodríguez, mierense de diez años, le gusta la rutina: ir al cole por la mañana, jugar a hockey un rato y rogar a su madre para poder jugar un poco más en el parque. Hace una semana, su rutina se alteró por completo. Una gastroenteritis le obligó a estar en casa mañana y tarde. Y fue una suerte porque así pudo salvar a su padre, también Manuel Rodríguez, cuando sufrió un síncope. "Sigo vivo gracias a él, estoy orgulloso de lo listo que es y del corazón tan grande que tiene", afirmó ayer el agradecido papá, que ya se recupera en casa tras unos días en el hospital. El pequeño le hizo el boca a boca, le colocó de lado y llamó al 112 para pedir ayuda: "Necesito una ambulancia, mi papá está muy malo". Dice que todo lo que sabe de primeros auxilios lo aprendió en la serie de Televisión Española "Centro Médico". Su historia, publicada en LA NUEVA ESPAÑA el domingo, ha tenido una gran repercusión. Manu Rodríguez es ya un pequeño héroe.

-A veces me canso de contar lo que pasó, hay gente que me pregunta mucho y se pone pesada.

-Bueno, Manu. Pues quieren saber, es normal. Lo que hiciste por mí fue muy grande, hijo, muy grande.

Es una conversación entre padre e hijo, ayer por la mañana. Una de las primeras que mantuvieron desde la vuelta a casa del paciente: "Me han dado el alta porque, de momento, no pueden hacer nada por mí. Tengo que pasar el dolor con calmantes y esperar". Manuel Rodríguez sufrió un ictus hace dos meses. Fue por eso que, cuando el otro día sintió que se desmayaba y un fuerte dolor, pensó que se trataba de otro infarto cerebral: "Yo sólo acerté a decir al niño 'me muero, Manu, me muero'. Era lo que sentía". En realidad, estaba sufriendo un síncope derivado de una dolencia crónica en la espalda.

Su hijo fue su ángel de la guarda. "No es el primer ataque de este tipo que tengo. Caigo al suelo y tengo vómitos. Por eso fue tan importante lo que Manu hizo por mí, porque se aseguró de que me pusiera de lado para que no me atragantara", explicó. "Eso lo vi en la tele, en un episodio de 'Centro Médico' y decían que es muy importante. También lo de colocar la lengua para que no se la trague", añade el pequeño. Mientras su papá estaba en el suelo, recordó ayer, comprobó varias veces que tenía pulso y respiraba: "Cuando llegaron los médicos les pregunté si sería a tiempo, porque a mí se me hizo eterna la espera por la ambulancia", señaló el pequeño.

Su madre, Olivia Muñiz, también esperaba sin aliento. Estaba trabajando a una hora de casa cuando se produjo el suceso: "Yo no respiré tranquila hasta que llegué al hospital, pero Manu se portó como un señor. Me llamó para tranquilizarme cuando llegó la ambulancia, es un niño que se porta como se tiene que portar", señaló. Ahora, ya en casa, esperan volver a la calma tras unos días de auténtica expectación sobre lo ocurrido: "¿Sabes que hoy (por ayer) vinieron a verme los de la tele?", comenta Manu con los ojos brillantes.

Unos ojos tan vivos a los que no se les escapa detalle. Y una cabeza tan despejada que lo analiza todo en el acto. La primera vez que habló con LA NUEVA ESPAÑA no quería estudiar medicina. Tanto ha pasado estos días, que ya se lo está pensando.