José Ramón Vidal se marchó ayer de Mieres como triunfador indiscutible del primer campeonato de pita pinta asturiana. Tres de sus ejemplares coparon el cuadro de honor. El animal más apreciado fue un gallo con pinta de presuntuoso de apenas ocho meses de edad. Por delante tiene una larga y todo indica de placentera vida: "Éste no corre riesgo de ir a la cazuela. Es un gran ejemplar y se dedicará a la crianza".

El premiado gallo de José Ramón Vidal no tiene nombre. Hace tiempo que este gijonés no bautiza a sus aves. "Al principio sí que les ponía un nombre, pero ahora ya tengo más de medio centenar de animales y sería una locura". Lleva seis años dedicado a la recuperación de la pita pinta asturiana: "Eso es precisamente lo que yo busco, recuperar la especie". Está convencido de que las pitas asturianas tiene gran potencial.

Un reciente estudio que se basó en el seguimiento a un centenar de animales deparó que estas gallinas autóctonas pueden poner de media unos 220 huevos al año cada una. En este caso, se identifican por el color crema tostado de la cáscara. Vidal avala la calidad del producto, pero da prioridad a la sabrosa carne de estas aves: "Mira, al final un huevo de casa es un huevo de casa. Se nota mucho la diferencia con los industriales, pero es complicado distinguir entre ellos. Ahora bien, la carne de la pita pinta es especial. De hecho, a mi no me gusta el pollo y ésta me la como", apunta Vidal.

En Mieres se dieron ayer cita un total de 206 ejemplares de pita pinta asturiana. Ahora bien la exposición que se organizó en el recinto ferial de Santullano reunió a más de 600 aves. Y es que también hubo ocas, pavos, faisanes, gallinas y gallos de otras razas. La intención de la organización es dar continuidad la cita. Incluso ya se estudia con el Ayuntamiento dar al evento un carácter internacional.