La última semana he tenido la oportunidad de asistir a diferentes espectáculos con protagonismo de artistas asturianos en ámbitos contrastados y muy diferentes escenarios. No es algo casual, ni es noticia. Es la normalidad de una serie de profesionales, relacionados fundamentalmente con las artes escénicas, que están insertos en los mejores circuitos. Es una realidad que debiera hacernos reflexionar sobre la importancia de seguir apostando por la cultura como valor añadido, como amalgama social y proyección externa de nuestra comunidad. O lo que es lo mismo, herramienta básica para conformar nuestra identidad.

En la Ópera de Oviedo, en el Campoamor, se vienen desarrollando estos días cinco funciones de Turandot. Al frente de las mismas está la ovetense Susana Gómez, directora de escena ya con experiencia que ha demostrado, aquí y en otros teatros, su talento y capacitación. Entre nosotros ha sido capaz de sobrevivir a un ataque brutal a su primer trabajo en Oviedo por parte de la carcundia local. La caverna reaccionó, en su momento, con agresividad inusitada a una propuesta suya atrevida de Un ballo in maschera. No lo hicieron porque su versión fuese de baja calidad. Todo lo contrario. Se aprovechó su trabajo para marcar territorio para intentar otros asaltos y generar una opinión en contra, en un contexto determinado, que al final se acabó volviendo contra sus promotores. Ahora en Turandot Gómez ha vuelto a demostrar cómo hacer una magnífica producción, bien pensada dramatúrgicamente, con economía total de medios económicos y ensayos. Todo un acierto el suyo.

En Pamplona, el pasado fin de semana, se estrenó Così fan tutte de Mozart. Entre el elenco y como protagonista el barítono asturiano David Menéndez. Es otro intérprete que ha sabido construir una carrera de forma inteligente y pausada, sin prisas. Cada vez asume roles de mayor responsabilidad y lo hace con muy altos umbrales de calidad. Su interpretación del personaje de Guglielmo fue modélica dramática y vocalmente. Además, entre el equipo escénico que comandaba Tomás Muñoz se encontraba la coreógrafa ovetense Yoko Taira.

Ya en el ámbito de la danza contemporánea, dentro del festival «Madrid en Danza», la coreógrafa y artista visual avilesina Olga Mesa presentó en el teatro Pradillo su creación El lamento de Blancanieves realizada asimismo en Guimaraes, en el marco de la capitalidad cultural de Europa, y que cuenta además con el aval de importantes instituciones culturales europeas. Como en todos los trabajos de Olga Mesa, el riesgo es esencial. Ahí está el primer acierto de una propuesta a la que luego se añaden luminosas cuestiones e incógnitas que el propio discurso dramático va planteando al espectador a través del movimiento del cuerpo y de un trabajo videográfico de enorme interés.

Son sólo tres ejemplos entresacados de una feliz cotidianeidad. Debemos, además, tener en cuenta que hablamos de diferentes generaciones, con lo cual se entiende a la perfección que hay relevo y que este debe ser tenido muy en cuenta por las instituciones a la hora de valorar el peso de la cultura en el Principado.