A Carlos Menéndez (Noreña, 1987), más conocido como Carlinos en el mundo futbolístico, la Segunda B le sabía a poco. Sin lograr dar el último salto al primer equipo del Sporting, el atacante se decidió a dar un paso al frente. Aunque su carrera le llevara a probar experiencias no convencionales. "Siempre he sido bastante inquieto y echado para adelante. No me importa salir de casa y conocer otras culturas", asegura el asturiano. Su currículum futbolístico así lo atestigua.

Carlinos juega actualmente en el Tarxien Rainbows de la Primera División maltesa. El noreñense llegó a la isla después de moverse con destreza y lograr una prueba con el conjunto maltés. "Hoy en día, todo se consigue mediante pruebas. Fichar directamente no es tan sencillo", se explica. En Malta disfruta del fútbol semi profesional en una división de la máxima categoría. Aunque su camino hasta allí no ha sido tan sencillo.

Su primera experiencia en el extranjero le llevó hasta Grecia, un mundo complicado para el futbolista que no despunta en uno de los grandes del campeonato. Los impagos a futbolistas extranjeros en la liga griega empiezan a ser la tónica, lamentablemente. Carlinos firmó por el Veria, club que actualmente dirige el exentrenador del Oviedo Carlos Granero con otros dirigentes al mando. Pero hace un año la situación era muy diferente. "Había problemas de pago, principalmente por Arvanitidis, el presidente. Quería controlarlo todo. Allí eras héroe o villano. No había término medio". Al margen de los problemas con el presidente, Carlinos se sintió cómodo en Veria, una población de unos 70.000 habitantes, a 50 kilómetros de Salónica. "La afición era muy entregada. Allí el fútbol se vive con una pasión desmedida", recuerda.

Después de renunciar a algunas cosas, el asturiano logró quedar libre. Pasó algunos meses por el Condal, en Tercera, antes de embarcarse en la aventura maltesa. Antes, hubo tiempo para probar en un equipo de Moldavia, otra experiencia de la que no salió contento. "A veces te puedes llevar alguna decepción, pero prefiero arriesgar", asegura.

En Malta sí ha encontrado la tranquilidad para jugar que buscaba. "Quería una experiencia diferente. Me gusta viajar y conocer otras culturas. Además es Primera División, lo que te abre muchas puertas. Y económicamente la cosa está mejor que en muchos equipos de Segunda B", asegura. Además le permite ir conociendo mercados para su futuro cuando cuelgue las botas: "Me gustaría dedicarme a la representación de futbolistas. Ya colaboro con 'Adrover bauza football management'".

Carlinos, que vive en la tranquila población de Msdia, una ciudad de 7.000 habitantes en el noroeste de Malta, es uno de los seis extranjeros en el equipo. "Cinco brasileños y yo", aclara. En Malta el sistema de competición es especial. El reglamento obliga a que jueguen al menos seis futbolistas malteses. Los equipos como el de Carlinos suelen pagar generosamente a los futbolistas que vienen de fuera mientras que ofrecen sueldos más humildes a los de casa. Es un sistema híbrido con extranjeros profesionales del fútbol y nacionales amateurs: El Tarxien Rainbows es un club semi-profesional. Se entrena por las tardes para que los jugadores malteses empleen la mañana en otros trabajos o estudios.

Compartiendo foco con otros deportes como las carreras de caballos o el waterpolo, el fútbol queda en segundo plano cuando se analiza las bondades de Malta, una isla que cada vez más elige el turista como destino para la época estival. "En verano sí que hay muchos extranjeros, ahora la cosa ha bajado. Se vive bien, siempre que te adaptes a su ritmo de vida, un poco lento", apostilla. "De España echo de menos un poco más de profesionalización en el fútbol, las instalaciones por ejemplo".

Conquistado Malta, el noreñense ya piensa en nuevos objetivos para el futuro. "El año que viene me gustaría probar alguna experiencia nueva. La idea es buscar algo en Asia o en los países árabes".