Gijón, Víctor RIVERA

Una veintena de aficionados y una nube de periodistas esperaba puntualmente la salida de los futbolistas en la Escuela de Fútbol de Mareo. Unos minutos antes de la hora prevista, los jugadores del filial pasaban de un vestuario a otro para asistir a la charla de Preciado. A las 9.34 se abrió la puerta y apareció Gerardo Ruiz, el preparador físico, como una especie de metáfora de lo que será el verano. Tras él, un nutrido grupo formado por 32 futbolistas y el resto del cuerpo técnico. En ese momento, todo eran sonrisas. Una hora después Carmelo sembraría la preocupación entre el sportinguismo al retirarse del terreno de juego echando mano a la ingle y entre ostensibles gestos de dolor. Fue la nota triste de una jornada ilusionante.

Finalmente, Gerardo Ruiz modificó sus planes y alargó la primera sesión que se prolongó por espacio de dos horas, con lo que eliminó la segunda que tenía prevista. Por la mañana, el balón fue el gran protagonista desde el calentamiento. Rondos, ejercicios diversos y un partidillo a lo ancho para el que Preciado dividió a sus hombres en tres equipos hicieron las delicias del público asistente, que se multiplicó a medida que pasaba la mañana. Todo esto permitió ver las primeras evoluciones de los nuevos. El primer gol de Miguel de las Cuevas, la contundencia temible de Gregory, la anticipación de Botía, la visión de Rivera y su gusto por los caños y las primeras estiradas de Juan Pablo.

Los futbolistas del filial también tuvieron su cuota de protagonismo, como el delantero Carlinos que arrancó los primeros aplausos del público al marcar un golazo en un disparo con efecto con el interior de su pie izquierdo. El joven guardameta cántabro Raúl evidenció sus reflejos en una doble parada de mucho mérito ante Maldonado. Alain, Pedro Orfila y Pablo Acebal también apuntaron maneras.

Tras la comida y la siesta, el balón dejó el protagonismo a los playeros. Mala señal para los futbolistas. Gerardo Ruiz les tenía preparada una paliza física por las instalaciones de Mareo.

El primer día, como se ve, tuvo un poco de todo, pero lo que se desbordó fue la ilusión de una afición entregada a su equipo y que sueña con una temporada más tranquila que la pasada. En su mano está.