Psicoesteta

El Real Oviedo, un club integrado en nuestra ciudad y en toda Asturias, no atraviesa sus mejores momentos, pero una cosa es leerlo y otra muy distinta presenciar el enfrentamiento directo y sin medida en su asamblea.

Como socio y accionista de la entidad no pude más que abandonar la asamblea desilusionado por el mal ambiente, la crispación y la ausencia de interés en encontrar puntos de acuerdo. Fue una lástima caer ante el Pontevedra en la fase de ascenso. De haber llegado a segunda quizás la historia se hubiera escrito con otras letras, aunque las carencias seguirían presentes en nuestro club. Seguimos en la división B, atisbando el pozo de la Tercera, pero he aquí que, por fortuna, parece que 2011 será, al menos, el año en el que el Real Oviedo se reinvente a sí mismo en manos de profesionales de la gestión deportiva.

Eso es lo que deseamos todos los aficionados del Real Oviedo. Una buena gestión que aleje el foco de la noticia de los despachos a los resultados del campo. Cansa, fatiga y agota al aficionado el no saber en qué manos estará mañana el club o si los dirigentes aguantarán o se rendirán ante la presión de capitanear un club histórico en horas bajas. Estar en el puente de mando del Real Oviedo no es fácil. Es una gran responsabilidad, pero no obligan a quedarse. Es evidente que a nadie le gusta hacer las cosas mal, pero hasta el momento, la situación no apunta a que deba seguir prologándose este contexto agónico en el que la incertidumbre planea sobre el Tartiere.

El futuro del equipo azul pasa por la venta al mexicano Grupo Pegaso. El Real Oviedo, aunque deporte, es negocio y es lógico el interés empresarial en el club de nuestra ciudad. No le acompañan los resultados deportivos, pero sí que cuenta con unos valores intangibles como sus más de 12.000 abonados, su afición y el apoyo de una ciudad moderna y un Ayuntamiento volcado con la existencia del Real Oviedo. Es difícil encontrar en la Segunda División B equipos que tengan lo que atesora el Real Oviedo. Sin embargo, de afición y ánimo no vive un club. La buena gestión ha de servirse de ella para acompañar a los futbolistas en la consecución de los objetivos deportivos.

Es año nuevo, de cambios, urgentes, necesarios. Quienes gestionen el Real Oviedo deberán saber que no se encontrarán una afición dormida y entregada al mando. Hemos sufrido mucho, estamos recelosos y, por hacer un símil, somos como el cachorrillo al que han maltratado una y otra vez y, pese a ello, aún seguía siendo fiel. Eso ha cambiado. El que asuma la dirección deberá demostrar su valía, no sólo con resultados en el campo, que esos pueden disculparse cuando el rival es superior, sino con una buena gestión deportiva-administrativa y con el apoyo institucional.

El Real Oviedo y su afición desean un dueño, dueño con autoridad y legitimidad. Un equipo directivo que sepa cuál es la historia de este club, todo su potencial y lo exprima al máximo para, en no mucho tiempo, respirar de nuevo los aires de la Primera División. Por eso: club de fútbol, con afición e historia, busca alguien con experiencia en la gestión deportiva, paciencia e ilusión para dirigir un sueño colectivo. El gran sueño blanquiazul al que seguimos aferrados pese a los años que llevamos encerrados en esta pesadilla.