Media hora para guardar en la videoteca y sacar el dvd en plan gourmet y un resto de partido de notable alto. Al Madrid le sobró el cuarto de hora final, aburrido de arrasar al Villareal y con ganas de irse a casa mientras el Bernabeu se vaciaba, que el reloj ya se acercaba a la media noche y al día siguiente había que ir al tajo. La séptima victoria consecutiva -cinco en Liga y dos en Liga de Campeones- es la mayor racha victorioso de Mourinho desde que llegó a Madrid. Y en cuanto a juego, el partido de hace un par de noches en el Bernabeu es de los que se graban para sacar en momentos de flaqueza. Sobre todo el arranque salvaje, con tres goles, uno más (bien) anulado, y tres paradas notables de Diego López.

Del Madrid que empató en El Sardinero con su peor cara no queda más que la camiseta. Desde entonces, siete triunfos, con 28 goles a favor y 3 en contra. El 3-0 al Villarreal es el resultado más corto de los últimos cinco encuentros. Golearon al Málaga (0-4), Lyon (4-0), Betis (4-1) y Espanyol (0-4). Después aparece el 3-0 al Ajax y el 6-2 al Rayo. Tras algunos ajustes, el Madrid es un ciclón y cierra los partidos cuanto antes y evita los sustos que aparecen cuando se deja todo para el final. Ahí van algunas de las claves.

El eje Ramos-Pepe-Xabi Alonso es el sostén del equipo. No hace tanto que el sevillano reconoció que no se encontraba en su mejor momento. Colocarle en el eje de la defensa y revelarse como un coloso fue todo uno. El alocado lateral deja paso a un central de gran colocación, poderoso por arriba y rápido en los cruces y ayudas. Su buen toque hace que el balón le llegue a Xabi Alonso en buenas condiciones para iniciar los ataques y, con su presencia, Pepe evita las carreras y llegadas a destiempo que tan mal le sientan y tantas tarjetas le cuestan. De Alonso queda poco que decir. Su dirección de juego es sobresaliente y el Madrid respira por sus botas. Está de diez.

Las bandas son eléctricas ahora en el Madrid. Di María es imprevisible. Se ha destapado como un gran pasador y tan pronto larga un balón largo de gol como galopa con la pelota pegada al pie. Su desequilibrio solo lo supera Ronaldo, que brilla menos cuando el equipo funciona como un bloque, aunque ha aprendido a ser más generoso en el pase. Los laterales se complementan a la perfección. Arbeloa, más comedido y Marcelo, un torbellino, un defensa con espíritu de extremo que sorprende desde atrás muy a menudo.

El retorno de Kaká después de que se le señalase como perdido para el fútbol le da a Mourinho otras opciones en la media punta. El brasileño ofrece pausa en una zona clave, su zancada poderosa es letal en el contragolpe y ha recuperado su disparo desde fuera del área. No golpea fuerte, pero siempre lo hace al sitio justo. Özil es un elegido para jugar al fútbol con elegancia, pero se está dando cuenta de que ya tiene competencia.

El duelo de delanteros es algo de lo que puede estar orgulloso Mourinho. Le saca el mayor partido a la competencia entre Higuaín y Benzema. El argentino significa potencia e instinto matador. Y el francés vive ahora cómodo en la pugna. Marca goles que antes fallaba y cuando baja a jugar, deja pases que firmaría el mismísimo Xavi, como en el tercer gol del miércoles u otro en la segunda parte.

El contragolpe y la presión son las señas de identidad de este Madrid. El tercer gol al Villarreal fue una contra perfecta.