Oviedo, Mario D. BRAÑA /

José PALACIO

El Marino tiene un presidente, Luis Gallego, que trabaja, vive y se relaciona en el día a día con los vecinos de Luanco y los aficionados del club. En Oviedo no saben nada desde mediados de diciembre de Alberto González, al que los más informados sitúan en Panamá. Ellos, Gallego y González, ponen rostro a dos clubes en las antípodas por muchas cosas. Oviedo y Luanco están separados por 42 kilómetros. Entre el Marino y el Oviedo hay un mundo. Son dos clubes, sencillamente, incomparables.

Luis Gallego presume de no haber acabado ninguna de sus 21 temporadas como presidente del Marino con déficit. Desde que Alberto González está al frente del Oviedo, en 2007, la sociedad anónima deportiva ha aumentado su deuda en seis millones de euros. Deportivamente, los dos clubes militan en Segunda B y están separados por diez puntos, pero mientras que el Marino tiene bastante encarrilada la permanencia, al Oviedo se le complica por momentos su único objetivo razonable: la fase de ascenso a Segunda División.

Los datos del cuadro que aparece en esta página dan una idea del desequilibrio de fuerzas entre los dos equipos que se miden mañana en Miramar. Pero más allá de los números, lo que sorprende es el rendimiento que saca Luis Gallego a sus limitados recursos, tanto como las dificultades de los dirigentes del Oviedo para explotar las enormes posibilidades de la ciudad y del club. Por eso mismo, no es extraño que después de 22 años en la presidencia y 29 como directivo, Luis Gallego sea reconocido como el artífice del club que va a la zaga de los dos grandes de siempre.

Con 480.000 euros de presupuesto, Luis Gallego tiene que hacer virguerías para mantener al primer equipo en Segunda B y asegurar una actividad mínimamente digna de otros ocho equipos federados, más uno sin federar. La atención de la cantera se lleva 80.000 euros esta temporada, que el propio presidente se encarga de cubrir, en parte, con la adquisición de material deportivo, con la contraprestación de la publicidad de su negocio, Muebles Novar. Además, en lugar de cobrar una cuota, a los padres de los niños de las categorías inferiores, Gallego les obliga a sacar un recibo de socio familiar, que por 260 euros permite el acceso a Miramar durante toda la temporada a un matrimonio y sus hijos. El Marino también garantiza los desplazamientos en autobús de los ocho equipos de la cantera.

Como la mayoría de los presidentes del fútbol modesto asturiano, Luis Gallego es algo así como el hombre-orquesta. Tiene que hacer un poco de todo, pero con la exigencia añadida de una categoría semiprofesional. Además de poner a disposición de José Luis Quirós un cuadro técnico mínimo, el propio Gallego ejerce de gerente e incluso de secretario técnico, en este caso siempre de acuerdo con un entrenador al que, después de tantos años de relación, ya considera amigo.

El Marino cuenta con un cuadro médico mínimo, pero lejos del organigrama que coordina Manuel Barreto y que permite la atención diaria del primer equipo del Oviedo y de los chavales que se entrenan en el Requexón. Algo parecido ocurre con el cuidado de las instalaciones. Mientras que el Oviedo cuenta con una empresa de jardinería para tener a punto el césped del Tartiere y del Requexón, Gallego se encomienda a los directivos con unos conocimiento mínimos y bastante predisposición.

La colaboración de sus compañeros de directiva también permite ahorrar unos euros, por ejemplo, en personal destinado a las taquillas o las puertas de acceso al campo. Partidos como el de mañana son los que ayudan a cubrir un presupuesto sin más ingresos atípicos que el de las vallas publicitarias o las socorridas rifas y lotería.