La primera faena de José Ramón Sandoval en El Molinón no fue de aliño. El morlaco venía bravo y bien armado con Ulloa y Soriano como pitones afilados. Ni abrió la enfermería, ni salió por la puerta grande. Bien es cierto que el respetable se le entregó desde los primeros pases, recordando amores recientes, y hubo pañuelos pidiendo trofeos que habrá tiempo de merecer. Sandoval hizo bueno el dicho y se estrenó con una victoria de prestigio ante uno de los mejores equipos de la categoría.

Ganó el Sporting como pudo perder, pero el nuevo inquilino del banquillo recibió más en un sólo día de lo que tuvo Manolo en tres meses. Un campo entregado, que nunca cuestionó sus decisiones ni los errores de los futbolistas, que los hubo, unos jugadores implicados y esa pizca de fortuna que siempre necesitan los vencedores. Vamos, que como se suele decir, Sandoval cayó de pie en Gijón, una ciudad en la que siempre parece mejor lo que viene de fuera. La ovación que se llevó el equipo al descanso, tras un primer tiempo en el que el Almería mereció irse por delante, evidencia la inclinación del público por el nuevo técnico.

Al primer golpe de vista, el Sporting de Sandoval evoca al equipo de Preciado. También el técnico lo recuerda en muchos de sus gestos. Bien es cierto que la distribución de los futbolistas es distinta. El madrileño apuesta por un esquema versátil, un 4-3-3 cuando se ataca que se transforma en un 4-1-4-1 cuando el balón lo tiene el rival. La nota más distintiva del nuevo entrenador es la presión a la pérdida. Cada vez que un jugador rojiblanco pierde la pelota, todo el equipo se lanza en una presión frenética para recuperarla cuanto antes. Un modelo que trata de imitar, salvando las abismales diferencias, la escuela Guardiola.

No se puede juzgar con demasiada severidad lo sucedido ayer. Es de justicia reconocer que Sandoval sólo ha tenido tiempo de darle un par de pinceladas al lienzo. Suficiente, quizá, para reconocer la escuela del artista, pero aún faltan varias capas de pintura de poder analizar un cuadro acabado. El nuevo entrenador, eso sí, hizo varios guiños a la grada, alguno de ellos bastante demagógico. Como esa osadía de dejar a tres futbolistas en el centro del campo cuando el rival lanza una acción a balón parado. Fueron balas de fogueo, porque el Sporting no lanzó una sola contra de esta manera. En cambio, sí que voy como los atacantes del Almería rematan una tras otra todas las acciones de estrategia con verdadero peligro, como aquel remate de Soriano que Juan Pablo atinó a desviar al larguero en los primeros compases del partido. Donde sí se vieron algunos aspectos novedosos fueron en las estrategia ofensivas. Sandoval enseñó un par de jugadas que no salieron, pero que tienen buena pinta y un peligro evidente. En cuatro sesiones de entrenamiento tampoco se puede pedir mucho más.

Como se suele decir que el fútbol es un estado de ánimo, la victoria de ayer, unida al efecto reactivador de la llegada de Sandoval, son dos sólidos cimientos en los que sostener el edificio rojiblanco. La moral de la tropa tiene que sufrir un impulso tras una victoria solvente, más que brillante, del Sporting ante un Almería que demostró ser un equipo sólido y bien trabajado, con un peligro evidente y bastante seguro atrás.

La reconquista necesita de pequeñas victorias cargadas de épica. La primera piedra se puso ayer, pero la empresa no se completará hasta el mes de junio. De momento, Sandoval ha tomado la alternativa, ahora le falta la confirmación.

En su primer día en El Molinón Sandoval se habrá dado cuenta de que ésta es plaza de Primera, aunque haya vivido tiempos mejores. El equipo fue recibido con aplausos y el buen ambiente no se rompió ni siquiera con la impetuosa salida del Almería. Dos acciones a balón parado pusieron en evidencia a la defensa rojiblanca en los primeros minutos, en los que Juan Pablo fue quien sostuvo al equipo, ayudado en ocasiones por la madera.

Tras desbravar al rival, el Sporting fue creciendo, siempre con Trejo a la muleta. A la espera de De las Cuevas, el argentino es el líder natural de esta cuadrilla. La jugada siempre mejora cuando pasa por sus pies. Sandoval alineó el equipo que había enseñado durante la semana y consiguió el equilibrio deseado. Mandi se intercaló en muchas fases del encuentro entre los centrales y fue el sostén del equipo. A partir de ahí, y con Nacho Cases y Trejo en la sala de máquinas el equipo se estiró. Sangoy tuvo el protagonismo en las primeras llegadas, pero las mejores ocasiones fueron una pillería de David Rodríguez y un hermoso slalom de Trejo. Esteban las neutralizó con seguridad.

La primera banderilla la clavó Mate Bilic a la vuelta del vestuario. Pedro Orfila despejó de cabeza un ataque visitante. Trejo controló y arrancó, aguanto la acometida de un rival y apuró hasta el último momento antes de abrir a la derecha. Desde allí, Sangoy metió un balón venenoso sobre la línea del área pequeña. Bilic se anticipó al central y fusiló al avilesino Esteban.

El Sporting se centró desde entonces en dormir el partido. Sandoval mostró una especial habilidad para controlar todos esos detalles del otro fútbol hasta que surgió un imprevisto. Mandi se rompió y, sin Ricardo en la convocatoria, no había sustituto natural. Sandoval improvisó con Barrera, quizá confundido por el corpachón del chaval, que no se encuentra cómodo tan retrasado, sin alguien que le guarde la espalda. Un error suyo al despejar un centro lateral dejó el balón a los pies de Verza, que superó a Juan Pablo con un certero disparo de rosca al segundo palo.

En otro tiempo, el Sporting hubiera acusado el golpe, pero el espíritu agresivo de Sandoval mandó una ofensiva total. Los rojiblancos se lanzaron a por la victoria y las ocasiones se fueron amontonando. El equipo se volcó varios grados más de lo que aconsejaba la prudencia y Juan Pablo llegó a verse amenazado, pero el riesgo trajo un premio suculento. En otra gran acción colectiva iniciada por Álex Barrera y mejorada por Trejo, el balón llegó a los pies de Carmona que marcó con un tiro cruzado. Lejos de verse saciado, el Sporting aún buscó un tercer gol que se le resistió.

Habrá que ver cómo evoluciona el paciente, pero al primer diagnóstico parece que da síntomas de mejoría. El Sporting no ha perdido los reflejos y victorias como la de ayer, con más trasfondo que buen juego, mejoran la autoestima y dan respeto.