Hasta la más elemental estrategia militar asume que, cuando se trata de asaltar el fortín más sólido, hace falta artillería pesada. José Ramón Sandoval tiene clara la clase de partido a la que se enfrentará el Sporting en el intenso Ipurúa, donde la lucha cuerpo a cuerpo gana importancia hasta el punto de poder decidir la batalla. Por si acaso, Sandoval confía en que su flamante artillería serbia, que es la envidia de sus rivales, le despeje el camino haciendo estragos en la filas enemigas. El Sporting saldrá con todo. Y todo son Lekic y Scepovic. El sacrificado esta semana será un Álex Barrera que ha comenzado a dar los primeros síntomas de un lógico cansancio. Esta decisión hay que interpretarla como una inversión en un futuro mejor. El de Viella tiene que ser decisivo en el tramo final del torneo. Lo mismo que los dos goleadores serbios, que sólo marcan cuando los dos están sobre el césped, desde que Sandoval los alineó juntos en Lugo.

El partido de Éibar ha trascendido los límites del vestuario. La implicación del club es total, en todos los estamentos, cualquier empleado de la entidad se muestra estos días compungido, expectante ante lo que pueda suceder. Diez años después de aquella infausta tarde en la que Rodado Rodríguez mancilló la historia de un club centenario, el Sporting vuelve al lugar de los hechos en una situación parecida. Menos propicia incluso. No hay sospecha alguna sobre el tinerfeño Trujillo Suárez, designado para dirigir la contienda, pero el partido del domingo destilo el tufillo de las cuentas pendientes. El sportinguismo aún guarda viejas facturas que cobrarse en Éibar, escenario de uno de los episodios más negros sufridos por el club rojiblanco. Y conste que el conjunto armero, que no se jugaba nada en el envite, fue poco más que un testigo presencial.

Sandoval no enseñó todas sus cartas en el partidillo a puerta cerrada celebrado ayer en El Molinón. El técnico dejó abierta una duda en el centro de la defensa, donde Bernardo tiene plaza asegurada. Iván Hernández, el capitán, que ayer cumplió 34 años, rindió a un gran nivel ante el Alavés lo que, unido a su envergadura, ha hecho dudar a Sandoval. Hasta ahora, el técnico ha apostado siempre por el tándem Mandi y Bernardo. Sandoval aún parece tener que madurar esta decisión.

A pesar de que los dos serbios jugarán de inicio, el técnico no modificará el sistema que ha utilizado en las últimas semanas. El Sporting saldrá con un 4-2-3-1, en el que Lekic será la referencia ofensiva y Scepovic jugará un paso por detrás, llegando de cara a la portería y aprovechando las dejadas de su compatriota. El sacrificado será Álex Barrera cuyo rendimiento ha decaído en las últimas semanas, lo que no esconde su gran temporada. Sandoval quiere dar descanso al atacante de Viella para tenerlo fresco en el último tramo de la competición.

El resto del equipo será el mismo que se impuso al Alavés la semana pasada. La alineación más probable (a pesar de que el técnico nunca alineó ayer a estos once futbolistas juntos), sería la formada por Cuéllar; Luis Hernández, Bernardo, Mando o Iván Hernández, Canella; Sergio, Nacho Cases; Lora, Scepovic, Carmona y Lekic.

Como todo indica que la batalla aérea será determinante, Sandoval mide la talla de sus futbolistas. En uno de los campos más pequeños de la categoría, las acciones de estrategia cobran una importancia capital. El Sporting les ha sacado un enorme rendimiento esta temporada, lleva trece goles en Liga a balón parado y uno en Copa. En Ipurúa, los saques de banda de Luis Hernández multiplicarán su efectividad. El Sporting ya ganó en Ipurúa gracias a un saque de banda ensayado de mano de Ciriaco Cano en la temporada 2005-06. Lo ejecutó Sastre y lo embocó Karanka. Cualquier argumento es válido para sorprender al líder de la categoría en su fortín.

Ningún otro equipo ha sumado tantos puntos en su estadio como el Éibar (26 en trece partidos). Ni siquiera el Sporting, segundo de esta clasificación (25 en trece partidos). Y eso que los guipuzcoanos han perdido tres encuentros en su feudo, por los únicamente dos de Sporting y Girona. Es curioso el caso del conjunto catalán. Sólo ha perdido dos partidos como local y es el tercer equipo que menos puntos ha sumado en su campo. Ocho empates tienen la culpa.

Ipurúa siempre ha sido un campo complicado y el Éibar ha sostenido la pelea por sus objetivos en la solidez de sus estadio. La clave está en sus dimensiones y en esa sensación de cercanía con la grada que dicen sentir los futbolistas que lo han sufrido en sus carnes. Ipurúa condiciona el juego y el Éibar ha amoldado sus señas de identidad a este peculiar escenario.