Sportinguistas y oviedistas han empezado igual de deprimidos el parón navideño. Con razón si tenemos en cuenta que llega justo en el peor momento de la temporada para ambos y los números no mienten. Pero a partir de ahí propongo una mirada optimista. Porque en ninguno de los dos casos está nada perdido. A la vista de la clasificación tambien hay algo evidente: el Sporting está a un solo partido de los puestos de permanencia y el Oviedo, de los de promoción de ascenso. Pero hay más. Pese a las malas sensaciones que ha transmitido en muchas de las 16 jornadas disputadas en Primera, el Sporting ha sido competitivo en la mayoría de los cruces con los que se presume que serán sus rivales directos: Leganés, Alavés, Deportivo, Granada y Osasuna. Y con ellos, además del Betis y algún otro que puede flojear en la segunda vuelta -al Eibar le ocurrió dos temporadas seguidas-, se jugará los cuartos de la permanencia. Con el Oviedo pasa algo parecido: ni era para tirar cohetes después del penoso partido en Murcia, pese a aquel milagroso 0-1 conseguido sin un mísero remate a puerta, ni para quemarse a lo bonzo por perder contra un rival de su tamaño como el Córdoba después de un partido igualado. Eso sí, el discurso resultadista de Hierro debería de servir tanto para un caso como para el otro, en vez de esconder con números las carencias del equipo, evidentes antes de estas dos últimas derrotas. En las dos categorías tenemos ejemplos de sobra para concluir que las decisiones drásticas, como los cambios de entrenador, no sirven para gran cosa. La mayoría de los equipos que han probado por el recurso fácil están igual o peor que antes. Así que el mejor consejo para los dirigentes del Sporting y del Oviedo de cara a estas dos semanas de parón es que tengan tranquilidad, que reflexionen y, si acaso, que realicen algún fichaje para reforzar unas plantillas manifiestamente mejorables.