Si el circuito de Monza, la casa de Ferrari, es el "templo de la velocidad", el Indianápolis Motor Speedway, en el Estado de Indiana (EE UU), es la meca. Porque en este circuito oval se desarrolla la madre de todas las carreras de velocidad: las míticas 500 Millas de Indianápolis. Una prueba que el ovetense Fernando Alonso, bicampeón de Fórmula Uno, se prepara para disputar en su titánico empeño por alzar la "triple corona" que sólo alcanzó, en toda la historia, Graham Hill: ganar en las 500 Millas, las 24 Horas de Le Mans y el Gran Premio de Mónaco de Fórmula Uno.

El piloto asturiano completó ayer sus primeros giros al óvalo del circuito de Indianápolis, a lomos del Dallara DW12 Honda con el que pretende disputar, el próximo día 28, las 500 Millas. Durante esta prueba, Alonso completó un programa de orientación para novatos, que incluye rodar cuarenta vueltas, en tandas de velocidad creciente, hasta completar quince giros con una velocidad media superior a las 220 millas por hora ( que son 354 kilómetros por hora).

El test no es gratuito, ni un exceso exhibicionista: la media de velocidad en las 500 Millas supera, en los últimos años, las 160 mph (257 km/h), llegándose en 2014 a alcanzar una escalofriante media de 187 mph. Esto es: 300 kilómetros por hora de velocidad medida durante las 200 vueltas al óvalo de 2,5 millas de Indianápolis. En Monza, la media más rápida la estableció Michael Schumacher en 2003, cuando rodó a 247 kilómetros por hora.

Esto no quiere decir, necesariamente, que los coches de la Indy Car sean más veloces que los de Fórmula Uno. La naturaleza del circuito, un óvalo peraltado, propicia que los pilotos pisen a fondo el acelerador durante toda la prueba. Y por ello, los monoplazas tienen una menor carga aerodinámica, con lo que pierden agarre y estabilidad en curva, pero, a cambio, ganan bastante velocidad punta.

Las diferencias en la conducción y la exigencia física de una prueba más larga que una carrera normal de Fórmula Uno obligarán a Fernando Alonso a una intensa preparación para afrontar con opciones de éxito su aventura americana. En este caso, al menos, el motor Honda no será un lastre: ocho de los diez últimos ganadores en el óvalo de Indianápolis iban equipados con un motor de la marca nipona.

Aunque el piloto asturiano se muestra cauto respecto a sus opciones, no sería inédito que un novato lograse la victoria: hasta nueve "rookies" han ganado las 500 Millas, el último Alexander Rossi en la prueba de 2016, la número 100 de la legendaria carrera.