Quizá haya habido un exceso de celo en el informe del inspector Ampudia sobre la actuación del Oviedo en lo relacionado con la venta de entradas para el derbi del día 9, pero la experiencia nos dice que para la erradicación de la violencia en el fútbol todas las precauciones son pocas. Se empieza por un insulto en una camiseta, en las redes sociales o en una pancarta en el campo y se acaba en una desgracia. Por eso, los clubes no sólo tienen que ser honrados, sino parecerlo. Por mucha fuerza que tengan o que animen el ambiente en el estadio, ni al Oviedo, ni al Sporting ni a ningún equipo le trae a cuenta confraternizar con los que ven en el fútbol un campo de batalla para descargar sus frustraciones. Así que, entendiendo el lógico enfado del Oviedo si no hay motivos reales para la reprimenda policial, lo que cabría exigir es una declaración sin dobleces contra los que incitan al odio y, por tanto, siembran la semilla de la violencia. Sólo así el Sporting-Oviedo será una fiesta y no un funeral.