Oviedo,

Marián MARTÍNEZ

El recién remodelado horno alto B de Veriña (Gijón) no arrancará este año. Quizás, con mucha suerte, podría empezar a producir en enero o febrero, pero tendría que repuntar mucho la cartera de pedidos, lo que se considera poco probable. La decisión se la comunicó oficialmente, ayer por la mañana, la dirección de la empresa en Asturias a los comités de empresa de Avilés y Gijón, a los que también se les informó de que la parada «sine die» del horno supondrá aplicar el expediente de regulación de empleo (ERE) a unos 150 trabajadores al día desde esta misma semana.

Arcelor-Mittal esgrimió la caída de ventas para justificar que el horno alto B no arranque. De hecho, la posibilidad de que se adoptara esta decisión se temía ya desde antes incluso de que se parara la instalación para repararla, el pasado mes de julio. Sin embargo, algunas fuentes consultadas también quisieron ver un transfondo de «cierta presión» por parte de la empresa ante la negociación que se abrirá el lunes en Madrid, y en la que la empresa pretende reducir los costes laborales bajando los salarios y aumentando la jornada laboral.

La reparación del horno alto B, con un coste de unos 30 millones de euros en plena recesión, generó la esperanza de que Lakshmi Mittal, mayor accionista y presidente de la compañía, y su hijo, Aditya Mittal, director financiero de la compañía y máximo responsable de las plantas europeas, apostaran por la planta asturiana y el futuro siderúrgico de la región.

Pese a las reiteradas advertencias de la caída de pedidos y la falta de mercado, el hecho de que esta semana se arrancasen las estufas del horno para empezar a calentarlo hizo que los más optimistas confiaran en el arranque de la instalación. Pero tras la confirmación de que no será así, nadie en la planta asturiana se atreve a augurar ni siquiera qué ocurrirá la semana que viene. De hecho, la dirección de la empresa explicó ayer a los representantes sindicales de que se les informará semana a semana de la situación.

La dirección de Arcelor-Mittal comunicó ayer por la mañana a los sindicatos de Gijón y Avilés que no arrancar el horno alto B supondrá la aplicación inmediata del expediente de regulación de empleo, adaptado a las necesidades de cada una de las instalaciones afectadas: el propio horno -a partir del lunes día 1-, el parque de minerales, el sínter -en reparación- y la acería de Avilés. La regulación de empleo afectará a grupos de 10 trabajadores en cada turno y de forma rotatoria. En total, unos 150 al día.

El presidente de Arcelor-Mittal ya advirtió hace meses de los graves perjuicios que estaba provocando la política de restricciones y recortes que se están aplicando en Europa para luchar contra la crisis, asegurando que los gobiernos europeos están provocando exactamente el efecto contrario, al causar una grave caída del consumo. De ahí que reclamase públicamente la necesidad de mirar hacia Estados Unidos y apostar por dar prioridad a inversiones que permitan recuperar el consumo y animar la producción industrial. De no hacerlo, advirtió Lakshmi Mittal a principios de verano, el segundo semestre de este año «sería aún más difícil».

Las políticas de austeridad han extendido la crisis por Europa y Mittal ha optado por reforzar sus planes de ajustes, que pasan por el cierre de instalaciones y la concentración de la escasa demanda de pedidos en las plantas europeas más competitivas y con menos costes, a las que obliga a reducirlos aún más. En el caso de España, esa reducción la ha cifrado en un 25% de los costes laborales, que pretende conseguir con una reducción de los salarios y una mayor jornada laboral.

Los sindicatos admitieron ayer que la cartera de pedidos está bajo mínimos y que no hay suficiente carga de trabajo para que funcionen los dos hornos altos. Lo peor aún no ha llegado, porque en los últimos trimestres del año los pedidos caen a mínimos, también en las épocas de bonanza. Es en enero cuando se recuperan, para que los clientes llenen sus almacenes. Tampoco esto está ahora asegurado.