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El garaje de un chalé a las afueras de Oviedo, vivero de una veintena de emprendedores

Un grupo de emprendedores asturianos trabaja, convive y moldea sus proyectos en una casa rural de Oviedo donde fomentan la cooperación y la creatividad

En la imagen superior, de izquierda a derecha, Alfonso Maestro, David Incio y Marcos Menéndez. Abajo, una charla de un emprendedor. JULIAN RUS /MARÍA GÓMEZ

Alfonso Maestro escribe una retahíla de números, flechas y operaciones matemáticas en una pizarra. Frente a él, David Incio y Marcos Menéndez discuten sobre qué alternativa es la mejor para uno de los clientes de Algoritme, una joven compañía que fundaron hace un par de años y que se dedica, analizando grandes cantidades de datos e información que rastrean en internet, a ayudar a que otras empresas sean más eficientes y mejoren su negocio.

Lo más peculiar de esa escena es que tiene lugar en el garaje de un chalé de las afueras de Oviedo, en Las Mazas cerca de San Claudio. Es una de las habitaciones importantes de la bautizada como "Freehouse" (casa libre), un edifico que comparten una veintena de emprendedores. La cifra varía. Muchos entran y salen. Algunos se quedan a dormir, cinco lo hacen esta temporada de forma fija. Otros llegan por la mañana y se van por la noche. Y unos cuantos acuden cuando pueden escaparse de sus otros trabajos. Lo que sí comparten todos es que tienen una idea en la que creen y con la que quieren hacer negocio.

Como hicieron muchas de las ahora grandes tecnológicas americanas en sus inicios, las cosas importantes las discuten en una cochera donde nunca aparcan coches, pero sí hay alguna bicicleta. En lugar de vehículos, hay una concurrida pizarra, una mesa y unos taburetes altos y, más al fondo, máquinas para hacer gimnasia y un futbolín. Para eludir la tensión del trabajo. Por una puerta del garaje se accede a otra sala repleta de ordenadores portátiles, papeles, revistas y tablets, que es donde los emprendedores se estrujan la cabeza en busca de que sus ideas cojan forma de negocio rentable. "Cada uno de los miembros que empezamos con esto teníamos nuestros proyectos paralelos; de repente, empezó a llegar gente de fuera que nos contaba sus ideas y nosotros comenzamos a apoyarles, fue algo muy natural", asegura Marcos Menéndez, líder de Algoritme y uno de los primeros inquilinos del chalé que abrió sus puertas hace casi dos años y que se está quedando pequeño. "Esto es como una especie de Gran Hermano, porque el hecho de convivir también te hace ver quién puede ser un buen gestor", añade Menéndez. "A veces nos enfrentamos a problemas tan cotidianos como el de quién tiene que hacer la comida", añade.

Marisa Vidiago fue otra de las primeras inquilinas y hasta hace no mucho vivía de forma estable en la casa. La joven tiene entre manos un proyecto empresarial de paquetes turísticos para fines de semana llamado Findes.co. "Llevamos a los turistas a una casa rural y les ponemos en contacto con otras personas para proponerles planes alternativos", explica. Vidiago es una de las que contribuye también a mantener el orden y a organizar el día a día de puertas para dentro del chalé. Muchos de los emprendedores, además de trabajar en su empresa, tienen tareas alternativas dentro de la casa. "Hay un chico que se vino de Reino Unido y que dos veces por semana da clases de inglés al resto", expone David Pérez, el director de la asesora Coontigo, asentada y promotora de esta casa de las ideas.

En la parte superior del edificio, Vidiago prepara café en una ordenada cocina. Precisamente, esa es otra de las tareas de los emprendedores: tener el edificio impoluto y encargarse de los trabajos domésticos. También lo es cuidar de los animales que hay en el jardín: dos perros y cuatro cabras. O del huerto que hay en la parte trasera. "Cuando uno está bloqueado por el trabajo lo mandamos a tirar de 'fesoria' un rato", bromea Menéndez.

La iniciativa de crear este espacio de trabajo en equipo surgió de la empresa ovetense Coontigo, una asesoría dedicada también a tareas de formación que estableció en ese chalé su sede. Poco a poco fueron uniéndose más y más emprendedores hasta formar la comunidad que son ahora. Allí cohabitan futuros empresarios de la región, pero ninguno usa corbatas como los que proliferan en las asambleas de las patronales. De hecho, estos días el calor aprieta y la mayoría va en pantalón corto a trabajar.

Cuatro de las iniciativas de las que encontraron acomodo en la casa ya están bastante avanzadas, y se han lanzado a buscar clientes para sus productos y hacerse un hueco en el mercado, pero la mayoría de las empresas que comparten pared están en fase de consolidación. De incubación, como dicen los inquilinos.

Blunder es una de las compañías que se crió en el chalé y que se considera que ya está madura. Se trata de una herramienta de móvil para formación a trabajadores de grandes empresas. Uno de sus promotores es Ángel Domínguez, un joven que vivió durante varios en República Dominicana y que desde hace un año se trasladó a Asturias. "En la casa lo que encuentras son perfiles muy diferentes de gente, y puedes aprender constantemente. Continuamente llegan personas nuevas, se fomenta constantemente la innovación y ninguna idea es vetada", dice sentado en un sofá hecho con palés que está frente a la puerta del garaje.

Blunder y otra empresa de la casa, Betterplace, han sido seleccionadas, junto a otras seis tecnológicas españolas, para un programa de formación que imparte durante estos días el gigante Google en Madrid. "Es una especie de Freehouse, pero allí se trata de un ecosistema de emprendedores para fomentar el trabajo en equipo, se puede decir que nos está copiando", bromea Samuel Ordieres, el jefe de la empresa de formación.

Más incipiente es la idea de Jana González, una madrileña que cuando tiene días libres en la empresa donde trabaja en la capital española viaja hasta Asturias para intentar que su iniciativa vaya tomando cuerpo. Intenta desarrollar una herramienta para móviles para pagar en las consumiciones de las barras de festivales de música. El objetivo es evitar llevar dinero encima. "Le estamos dando doscientas mil vueltas durante los fines de semana. Tenemos el problema de que en este tipo de eventos no funcionan los sistemas wifi, estamos intentando solucionarlo", asegura.

Los viernes son los días más relajados en la casa. Este último celebraron una fiesta con varios conferenciantes. Uno de los que acude de vez en cuando y se aloja en el chalet es Sergio Mejías, el jefe de Bubok, una editorial de autoedición para autores noveles nacida en Madrid, y que está considerada como una de las primeras "start up" del país. "Hay grandes ideas, pero les falta pensar en cómo hacer negocio", afirma.

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