Turón (Mieres), D. MONTAÑÉS

Turón fue durante décadas, un siglo entero, un fértil y próspero territorio carbonero en el que llegaron a trabajar, repartidos en más de 200 bocaminas y pozos, unos 8.000 mineros. Quienes se adentran ahora en este estrecho y fatigado valle mierense bien podrían tener la impresión de encontrarse en un cementerio de viejas explotaciones sin vida, la mayoría, abandonadas a su deterioro. La última mina, el pozo Figaredo, se clausuró hace cuatros años, dejando como herencia una larga lista de compromisos, que en su mayor parte no han sido cumplidos o, lo que puede resultar aún más frustrante, han dado lugar a proyectos vacíos de contenido. «Turón no pide nada nuevo, sólo que se cumpla lo que se nos prometió, nada más que eso». Son palabras de Arsenio Suárez, presidente de la más emblemática de las asociaciones locales, Mejoras del Valle, punta de lanza del todavía enérgico movimiento ciudadano.

La proximidad de las elecciones generales no despierta demasiado interés en Turón, que tras superar los 20.000 habitantes, apenas cuenta ya con 4.000 vecinos. Los comicios se ven con escepticismo, incluso con una fría distancia, y los diezmados residentes del valle no depositan grandes esperanzas en que el Gobierno entrante pague las cuentas pendientes con los turoneses. El valle ha perdido muchas cosas por el camino, pero nunca la memoria ni el arranque reivindicativo. Los vecinos recitan los incumplimientos casi de carrerilla, con la soltura de aquel que tiene la lección aprendida desde hace años. Alumnos aplicados, pero profesor despistado.

El veterano montañero y escritor Ángel Fernández Ortega señala uno de los frentes abiertos sin definir: «Ha faltado un compromiso mucho más decidido a la hora de rentabilizar el patrimonio natural y de arqueología industrial». A su juicio, aún está pendiente desarrollar el paisaje protegido de las Cuencas, tramitado hace un lustro y que tienen a Turón como eje estratégico. «Al margen de la declaración, poco más se ha hecho». La recuperación de los enclaves mineros está también en punto muerto: «Se han hecho puntuales rehabilitaciones, como la del pozo San José, pero no se han presentado proyectos para darle contenido». En este punto toma el relevo el presidente de la Plataforma Juvenil de Turón, otro referente del movimiento asociativo local. Miguel Prado recuerda que «el plan de recuperación del pozo Santa Bárbara, pese a tener financiación aprobada, lleva dos años paralizados». Arsenio Suárez comparte las críticas: «En la recuperación del legado industrial se han hecho pequeñas cosas, pero sin un proyecto unificador, y de momento no ha servido para nada».

La explotación de los bienes naturales y culturales está pendiente, un mal que también afecta al proceso de reindustrialización. La farmacéutica Diasa, que recibió 3.470.006 euros de los fondos mineros de 2001 y 2002 para generar 90 empleos en la factoría de Turón, está actualmente en liquidación. Es un ejemplo de lo que está pasando con más empresas de la reactivación en las Cuencas: llegaron para generar empleo, cobraron las ayudas y la crisis las está cerrando. «Ha faltado control por parte de las administraciones, los vecinos sabíamos desde el principio que este proyecto no cuajaría, los propios operarios se quejaban, trabajaban con la luz apagada para ahorrar», denuncia Miguel Prado. Arsenio Suárez puntualiza: «El polígono de La Cuadriella se entregó a Diasa, que además de fracasar, lo malutilizó, había espacio para más empresas».

Una reivindicación compartida por todos los vecinos de Turón es el desarrollo del centro de salud. El Principado reservó en 2009 un total de 2,5 millones de euros para ejecutar las obras. Tras no abordarse los trabajos, pospuestos desde 2007, las cuentas regionales del año pasado dieron un tijeretazo a la actuación, asignando solamente 150.000 euros. «Es irrenunciable», coinciden Arsenio Suárez y Ángel Fernández Ortega. Las asociaciones también exigen que se culmine la variante de Turón hasta La Rebaldana y el saneamiento rural; pero, sobre todo, inciden en dos puntos ya tratados: la recuperación ambiental y del patrimonio industrial, y la reindustrialización. Así miran al prometido parque tecnológico de Figaredo, anunciado por el ex presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces, hace cuatro años y que aún sigue en fase de gestación administrativa. Turón ha denunciado la paralización del proyecto sin encontrar respuesta por parte de las administraciones. El compromiso adquirido en su momento por el Principado recogía la construcción de una Ciudad de la Ciencia en terrenos del antiguo pozo Figaredo. El espacio, de 75.000 metros cuadrados, constituirá el tercer parque tecnológico del Principado, tras los ya existentes en Gijón y Llanera. El proyecto, que incluye talleres, museo y un espacio dedicado a la investigación, debería salir adelante tras haberse cerrado un acuerdo con Hunosa para disponer del suelo. De momento es sólo papel.

Turón pide sin caer en el apocamiento, ya que reivindica desde la fuerza moral que da haber enterrado prematuramente a más de 1.000 mineros, que dejaron sus vidas aplastados por costeros y carbón. «Los políticos no nos hacen caso, pero daremos guerra hasta el final».