Rachida Dati, la ex ministra de Justicia de Francia, actualmente parlamentaria europea, no es la mujer abnegada, luchadora y hecha a sí misma, como siempre es presentada en las biografías oficiales. No lo es, al menos para su hermano menor, Jamal Dati, que ha pasado por la cárcel por traficar con drogas.

El libro «A la sombra de Rachida», que se pone a la venta el miércoles en Francia, presenta a la política gala como una mujer juerguista, despiadada, aficionada a la vida nocturna y a las compras. En definitiva, una renegada del Corán que se convirtió en madre soltera de una criatura de tez clara. Así la sigue describiendo Jamal. Aún hay más. El «hermanísimo», despechado porque, según él, su hermana nunca se ha preocupado por ayudarlo, asegura que cuando Dati salió del hospital, tras haber dado a luz a su hija, de padre desconocido, solamente llevaba en brazos un amasijo de ropa. La pequeña, según esta versión, se habría quedado en la sala de neonatos del centro médico, para que los paparazzi no la fotografiasen.

El tío de la niña asegura que la eurodiputada no cumple con sus obligaciones maternales y deja la educación de la pequeña en manos de las niñeras.

Rachida Dati, que cayó en desgracia cuando Nicolas Sarkozy se divorció de Cecilia Ciganer y se casó con Carla, ha llegado a calificarse a sí misma como «el símbolo de la nueva Francia». Nació el 27 de noviembre de 1965 en una familia de doce hermanos y se crio en un suburbio de viviendas sociales en una ciudad cercana a París. Su padre era un obrero marroquí y su madre, una limpiadora argelina.

Su madre era analfabeta, pero luchó para que su hija estudiara y logró matricularla en un centro privado católico. Al sueño francés le ha nacido una pesadilla.